viernes. 22.11.2024
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FIRMADA POR LAURA AYET Y ALEIX SALES

Algunas películas nominadas a los Óscar ya están en plataformas: listado de  las disponibles | Computer Hoy

MEJOR ACTRIZ SECUNDARIA:

 

Esta es una de las carreras de los Oscar más reñidas de este año. Si bien el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto suele combinar años en los que se otorga a una revelación, como la ganadora del último año Ariana DeBose por West Side Story o Lupita Nyong’o en 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013), también puede ser una forma de recompensar a una actriz más experimentada, como en 2019 con Laura Dern en Historia de un matrimonio (Noah Baumbach, 2019) o Allison Janney en Yo, Tonya (Craig Gillespie, 2017). ¿De qué lado caerá la moneda este año?

La corona puede caer sobre la cabeza de la imponente Reina de Wakanda, la ganadora del Globo y del premio de la Crítica Angela Bassett, en la superproducción de la secuela de Pantera Negra. Bassett además aporta legado, ya que ha trabajado sin descanso desde que estuvo a punto de ganar el premio a la Mejor Actriz en 1993 por interpretar a la icónica Tina Turner en What's Love Got to Do With It (Brian Gibson) y este Oscar podría servir compensación ante la falta de reconocimiento de un trabajo esforzadísimo que en cualquier otro año habría ganado. Fue Holly Hunter en la icónica El piano (Jane Campion, 1993) la que subió al escenario esa noche. La victoria de Bassett, además, sería el orgullo de Marvel, consiguiendo su primer Oscar interpretativo, la primera mujer en ganar por una película de superhéroes y la tercera persona en general por personajes del género, después de los Jokers de Heath Ledger y Joaquin Phoenix. Una cosa son los jugosos titulares, pero la otra es lo que hay. Y si bien Angela Bassett aprovecha cada segundo en pantalla a la hora de transmitir el temple de una soberana que sufre y busca el bienestar de su pueblo, su desarrollo de personaje en Black Panther: Wakanda Forever resulta demasiado corto y sin la enjundia de las demás nominadas. Porque se trata de una de las actrices afroamericanas más importantes de las últimas décadas, pero hay un poco de bombo en la candidatura de Bassett, quedándose corta para un triunfo. Y esto se ha empezado a notar en la carrera.

Porque a su lado tiene a otra leyenda como Jamie Lee Curtis, consiguiendo su (sorprendente) primera nominación por Todo a la vez en todas partes, en el papel de una odiosa administrativa que va saltando de universo en universo. El papel de Curtis no es muy extenso en comparación con los otros miembros del reparto, pero lo suficiente como para desplegar sus virtudes cómicas y amenazantes como actriz. Parecía que Curtis tendría una presencia recurrente, pero testimonial en las nominaciones a los distintos premios, pero su triunfo en los SAG le ha dado un buen empujón para pelear por la estatuilla. Goza del estatus de estrella de Hollywood, como Bassett, así como la baza de encontrarse en una de las grandes favoritas del año, y la victoria supondría, al mismo tiempo, un agradecimiento a una trayectoria infravalorada.

El mayor inconveniente de Curtis es su compañera de elenco en Todo a la vez en todas partes, Stephanie Hsu. Cuando hay dos interpretaciones por la misma película en la categoría nominadas, se corre el riesgo de la división de voto, impidiendo que ninguna de las dos se alce como la primera opción. Recientemente lo hemos podido observar en Al Pacino y Joe Pesci en El irlandés (Martin Scorsese, 2019) o Rachel Weisz y Emma Stone en La favorita (Yorgos Lanthimos, 2018). Solamente cuando hay un claro candidato al triunfo que lleva la delantera, sale bien la estrategia, como fue Sam Rockwell en Tres anuncios en las afueras (Martin McDonagh, 2017) o Octavia Spencer en Criadas y señoras (Tate Taylor, 2011). No ha sido el caso de Curtis, que ha empezado a despuntar estos últimos días. No obstante, en un año tan divisivo con 3 serias candidatas, los votos se podrían repartir tanto entre todas que Curtis podría ganar por la mínima. Por su parte, Stephanie Hsu parte con poquísima ventaja por su condición de principiante y la sensación de que fue la quinta plaza el día de las nominaciones. Sin embargo, su trabajo no tiene nada que envidiar a las otras nominadas, puesto que su personaje le aporta tintes más sustanciales y puede combinar tanto momentos dramáticos y cómicos. La hipersensibilidad del personaje de Hsu conduce a la depresión de la hija hosca de la protagonista y a la vez al ego de la antagonista absorta en sí misma, permitiéndole hacer gala de varias sensibilidades, desde la ira a la melancolía.

A lo largo de su carrera como actriz, Kerry Condon ha aparecido en varias películas y series de televisión nominadas al Screen Actors Guild Award, incluidas Tres anuncios en las afueras y Better Call Saul. Sin embargo, no ha sido reconocida por el gremio de actores hasta este año por Almas en pena de Inisherin, donde interpreta a Siobhán Súilleabháin, una vecina de una isla irlandesa que comparte hogar con su hermano, Pádraic, interpretado por Colin Farrell, desde la muerte de sus padres casi una década antes. A medida que se involucra en la serie de vanos esfuerzos de Pádraic para reparar su amistad con Colm Doherty, interpretado por el titán Brendan Gleeson, ella comienza a ceder ante el peso de su propia soledad y mira más allá de su vida cómoda para encontrar la verdadera realización. Su carrera tiene ciertos paralelismos con la de su compañero en la serie de HBO Roma, Ciarán Hinds, cuando lo nominaron, por Belfast (Kenneth Branagh, 2021). Para ambos era su primera nominación después de una considerable carrera gracias a películas con morriña irlandesa, en los cuales ambos son figuras familiares importantes que guían a los protagonistas. Esto supone un hilo narrativo que aporta profundidad a los guiones:  Hinds en forma de consejos y Condon haciendo poética la escritura de McDonagh con su voz en off, rebosando melancolía, aunque con destinos y sacrificios totalmente contrarios. En el camino en la carrera, parece que correrán la misma suerte, pero Condon contó con el apoyo de los de casa en los BAFTA, además de haber acumulado bastantes menciones de la crítica. Es, a la vez, la vía más factible para premiar a una película de actores como la de McDonagh.

A Hong Chau la conocimos gracias a su trabajo de 2017 en Una vida a lo grande (Alexander Payne), con la que sonaba para nominación. No la consiguió entonces pero su actuación en La ballena, de Darren Aronofsky, resalta, eleva el propio film a través de su humanidad, representando la brújula moral de la película, intentando salvar a alguien que no quiere ser salvado. La actriz exprime cada una de sus intervenciones en el film, sobresaliendo en un monólogo dirigido al personaje interpretado por Ty Simpkins. Chau se ha ganado el favor del público en los últimos años en proyectos como el éxito de taquilla de invierno El menú (Mark Mylod, 2022), por lo que esperamos que la nominación sea un trampolín para más éxitos, porque no creemos que vaya a conseguirlo en esta edición.

En los Globo de Oro y en los Critics’ Choice Awards, Angela Bassett se alzaba victoriosa. En los BAFTA, lo hacía Kerry Condon, pero jugaba en casa. Jaimie Lee Curtis ha ganado el SAG, aportando más caos a la carrera, ya que recordamos que desde 2008, sólo una ganadora del SAG a actriz de reparto no ha logrado llevarse el Oscar: Emily Blunt por Un lugar tranquilo. Curiosamente, Regina King, que ganó ese año el Oscar por El blues de Beale Street (Barry Jenkins, 2018), no estuvo nominada por sus compañeros actores.

Tenemos que hablar más de Kerry Condon

Ganará: Kerry Condon - Almas en pena de Inisherin

Debería ganar: Hong Chau - La ballena

Echamos en falta: Jessie Buckley - Ellas hablan

 

MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN

 

Una categoría realmente sólida, con posibilidades desde todos los bandos. En Elvis, el equipo transmite el contexto histórico en medio de la explosión de la cultura juvenil durante una América de los 50 muy próspera pero segregada. Karen Murphy y la decoradora de sets Beverley Dunn, que ya habían trabajado juntas en otros títulos de Baz Luhrmann como Moulin Rouge! (2001)  y Australia (2008) junto a la polifacética Catherine Martin (también responsable de vestuario), ahora repiten tándem para recrear (en Australia, debido a la pandemia) hasta el detalle lugares históricos como la mansión de Graceland, Beale Street, o la feria donde el Coronel Parker conoció a Elvis Presley, transformándolos capa a capa para el contexto de la historia, como una atracción hiperrealista a modo de base para los movimientos de cámaras y luces. Graceland fue en gran medida el símbolo y la expresión del éxito de Elvis, la casa pasó por cambios de época en los años 60 y 70. A medida que crecía la riqueza, los interiores se volvían cada vez más opulentos, todo hecho a medida, ya que los artículos antiguos eran más difíciles de conseguir durante la pandemia. Elvis no parte como la máxima favorita, aunque es la alternativa fuerte por ser la única de las nominadas en la categoría que rascó premio en el sindicato de directores de vestuario, así como la baza de ser una película de Baz Luhrmann, donde siempre se ha premiado vestuario y dirección artística por igual, ya que el universo es tan sublime y desbordante que resulta imposible separar unos de otros.

 

Los Ángeles de la década de 1920 establece el telón de fondo para Babylon, Florencia Martin recrea los días embriagadores y hedonistas de la industria, cuando los actores a la tierra de los sueños, con la esperanza de ver sus nombres iluminados mientras participan en los excesos de los ricos y famosos. Hollywood es un mosaico de estilos de edificios tipo Frankenstein, mostrando inspiraciones artísticas de todas partes. A la vez, para cada personaje, el estilo arquitectónico representa una manifestación del mundo en el que quiere vivir. El mayor desafío de la película fue un escenario de campo de batalla para un beso culminante entre Conrad y su protagonista en su última película muda, la culminación de su carrera. En el departamento artístico destacan los paralelismos entre la formación de Los Ángeles y el constante estado de construcción y desmantelamiento de la industria cinematográfica. Damien y Martin tenían la intención de crear una experiencia aterradora para la llegada del cine sonoro, ese sarcófago de estudio, una telaraña de micrófonos sobre las cabezas de los intérpretes y rodeados de grandes luces gigantes. La infinitud de decorados opulentes hacen de Babylon una apuesta segura, materializada en triunfos en los BAFTA y Critics’ Choice. Pero no ganar en su gremio y competir frente a una película de Baz Luhrmann, que ha sido mejor recibida entre los votantes, no convierte su hipotética victoria en algo tan claro.

 

Es su undécima película con Steven Spielberg, desde 1984, por lo que Rick Carter tiene más que descifrado "el código Spielberg", los temas y motivos recurrentes de sus películas. Carter convierte la infancia de Spielberg en un cuento clásico de migración, en forma de tres escenarios, uno para cada acto. Las tres casas de los Fabelman, el invierno en Nueva Jersey, el calor veraniego de Arizona y el otoño en el norte de California están basadas en los recuerdos de Spielberg y en material fotográfico de referencia de sus archivos familiares, sin ser una copia literal. Así, las recreaciones captan el espíritu emocional de los espacios. Es un diseño de una historia épica, pero es una épica de interiores. Con grandes espectáculos como Avatar, es difícil ignorar el diseño de producción, porque sabes que no es real, pero Fabelmans es lo contrario: la obra está diseñada para que no destaque por encima del relato. Si uno se fija demasiado en un  diseño de producción así, le saca del acto de fe que es contar una película. Parecía que Los Fabelman se caería a última hora tras el descalabro en las nominaciones de los BAFTA, pero no ha sido así. Lo que pasa es que, pese a tratarse de un brillante trabajo, la exuberancia de otras nominadas la dejará en segundo plano.

 

Sin novedad en el frente es la epopeya antibelicista de Edward Berger, absolutamente inmersiva a base de largas tomas para llevarnos a través del campo de batalla como si el espectador fuera un soldado más en la Primera Guerra Mundial. Christian Goldbeck construye una distopía paisajística estratégicamente en las afueras de Praga, contribuyendo a la atmósfera opresiva. Es un trabajo basado en planificación meticulosa con antelación. Para determinar exactamente cuántos metros necesitaban para hacer justicia a la trama y la acción, Berger, el director de fotografía James Friend y Goldbeck, se plantaron en Praga con un cronómetro y las cámaras de los móviles para saber cuánto espacio en concreto para las trincheras necesitaban y midieron las longitudes con precisión. Además, Berger y Friend vinieron de casa ya preparados, con guion fotográfico y planos definidos de antemano. Dos meses después ya tenían el tablero del laberinto, con cada curva, cruce y refugio listo. Incluso trajeron tierra extra oscura para que se viera negra y quemada (tanto la alemana como la checa son más marrones) para dar aún más sensación de frío y siguiera la línea de colores acorde con el tema y la fotografía, quizas inspirado en todo el material fotografico en blanco y negro. Por parte de Christian Goldbeck, hacer que el campo de batalla pareciera auténtico fue clave para que el enfoque sea lo más real posible, no sólo como decorados. Goldbeck declaró en una entrevista que cuando comenzaron el proyecto, querían emitir una declaración contra el nacionalismo, especialmente en Europa, sin tener ni idea, de que estallaría la guerra de Ucrania. Su motivación era una advertencia para la audiencia joven, ya que el entusiasmo se puede convertir en carne de cañón. Aunque la cinta alemana se ha convertido en la más nominada de la edición, lo cierto es que el cine bélico no suele ganar en esta categoría. Propiamente, la última cinta de guerra pura que ganó en la categoría fue Patton (Franklin J. Schaffner, 1970). Hace 3 años, 1917 experimentó una derrota frente a una cinta ambientada en el apogeo de Hollywood de los sesenta, Érase una vez en Hollywood… (Quentin Tarantino, 2019), y creemos que el show-business volverá a pasar la mano por la cara este año.

 

Avatar (James Cameron, 2009) ganó el Oscar por su diseño de producción, pero ¿podrá repetir? Dylan Cole,  Ben Procter y su departamento de arte tuvo que poblar todo un océano, desde el fondo marino con su variedad de especies de coral, plantas acuáticas y docenas de diseños de peces, hasta uno de los personajes más queridos de esta segunda parte, la ballena kamikaze Tulkun. Avatar: el sentido del agua logra la difícil tarea de ampliar un universo previamente inédito desde la inventiva, creando deslumbrantes escenarios arraigados en nuestro mundo. No obstante, teniendo en cuenta sus competidoras y observando como esta segunda entrega no ha causado tanto furor atendiendo al número de nominaciones o victorias cosechadas, no tiene pinta que repita.

Nacho Gonzalo on Twitter: "#EEBAFTAS Mejor diseño de producción para " Babylon". https://t.co/bZpKmzmVzW" / Twitter

Ganará: Florencia Martin, Anthony Carlino - Babylon

Debería ganar: Florencia Martin, Anthony Carlino - Babylon

Echamos en falta: Sabu Cyril por RRR y Craig Lathrop por El hombre del norte

 

MEJOR SONIDO

 

Desde que en 2020 se unificaron las categorías de mejor edición de sonido y mejor mezcla de sonido en la simple y llana “Sonido”, los académicos han tenido un dolor de cabeza menos, pero también ha significado menos premios y posibilidades de reconocer a películas. Lo cierto es que si uno ve las estadísticas, la mitad de las veces se entregaban los dos premios a la misma película, mientras que la otra mitad se repartían entre dos películas, incluso tres (recordemos el famoso empate en 2012 entre Skyfall, de Sam Mendes, y La noche más oscura, de Katrhyn Bigelow). Desconocemos qué habría pasado este año, pero podría haber sido una genial oportunidad de reconocer a las dos máximas favoritas de la categoría.

 

La primera de ellas, indiscutiblemente, Top Gun: Maverick. El equipo de sonido, formado por Mark Weingarten (mezclador de sonido de producción), James H. Mather (diseñador y supervisor de sonido), Mark Taylor y Chris Burden ya habían trabajado en anteriores películas de Tom Cruise, incluidas las dos últimas Misión Imposible y Al filo del mañana (Doug Liman, 2014), al que se le suma Al Johnson. El equipo puso énfasis sobre todo en la respiración y la manipulación de la palanca de control, a la vez que incorporaron estratégicamente los ruidos de los reactores, incluido el sonido del aire que silba sobre las alas y el reflejo sónico de las acrobacias aéreas. El atronador sonido de Top Gun: Maverick es suficiente para captar la atención del votante más distraído, así que tiene mucho a favor. De hecho, los editores de sonido ya la reconocieron en sus premios, así como el de la Cinema Audio Society. Sin embargo, en los BAFTA el premio se le escapó volando hacia su máxima contrincante.

 

Esta es Sin novedad en el frente. El cine bélico siempre ha rascado en esta categoría, más recientemente el Dunkerque de Christopher Nolan en 2017, o 1917 (Sam Mendes, 2019), con la que la alemana tiene muchos puntos en común. Edward Berger apuesta por una experiencia inmersiva donde el sonido juega un papel fundamental, ya sea capturando el agobio de la trinchera, enfatizada por las respiraciones de los soldados, o en los momentos más contemplativos y calmados del film, atrapando esa frialdad y quietud en medio de la ruina con un uso inteligente del silencio. El equipo alemán, formado por Viktor Prasil, Frank Kruse, Markus Stemler, Lars Ginzel y Stefan Korte, se impuso en los BAFTA a la cinta protagonizada por Tom Cruise, al igual que consiguió el premio del sindicato de editores de sonido. El frente va comiendo terreno a los pilotos. La Cinema Audio Society, pero, se decantó por las piruetas aéreas.

 

La complejidad de mezclar y armonizar la banda sonora, la voz y los ambientes hacen que el género musical acabe logrando habitualmente un hueco en la categoría. En esta edición, Elvis es la representante. El sonido era una parte esencial para la película, debía ser envolvente para que el espectador actual se sintiera parte de la audiencia que vio a Elvis. El público es un elemento muy importante, también para mostrar la relación de amor entre Elvis y sus fans. Para las escenas de los shows, se utilizaron micrófonos vintage totalmente restaurados de cada época para capturar las piezas de la actuación, y combinar ambas grabaciones, la de Austin Butler y mezclarla con las voces originales de Elvis Presley. Baz transmitió a su equipo, formado por Wayne Pashley (diseñador, editor, supervisor y mezclador de sonido), el mezclador de grabaciones Michael Keller, David Lee y Andy Nelson, la sensación inmersiva nonstop. Elvis queda en un segundo plano frente a las dos propuestas anteriores, pero su reconocimiento como la mejor edición de música en el sindicato de editores de sonido es un buen apoyo.

 

El Gotham corrupto es el escenario para esta reinterpretación de cine negro. El equipo de The Batman (Matt Reeves, 2019) está formado por William Files (editor de sonido supervisor), Douglas Murray (editor de sonido supervisor), Stuart Wilson (mezclador de sonido) y, el anteriormente mencionado Andy Nelson. Entre las diferentes escenas destacamos en la persecución del Batmóvil bajo la lluvia. También son responsables de conseguir que el Batman de Pattinson, con una voz destacablemente más suave y menos grave que sus antecesores, siga sonando imponente. Han tenido una presencia constante en los premios, pero las otras nominadas han cogido la delantera, para un film más calmado sonoramente de lo que cabía esperar a priori.

 

Para Avatar: el sentido del agua, el mezclador de sonido Julian Howarth desarrolló un sistema en el que rodeaban el escenario con altavoces y realizaba el diseño de sonido in situ durante las sesiones de captura de las actuaciones ambientadas en el bosque o junto al mar. El resto del equipo de creadores de estos mundos son la editora de sonido supervisora Gwendolyn Yates Whittle, Christopher Boyes, Dick Bernstein, el mezclador de regrabaciones Gary Summers, el ingeniero de sonido Michael Hedges y el prestigioso Christopher Boyes, con más de 70 films y reconocido por otros blockbusters como Los vengadores (Joss Whedon, 2012), El señor de los anillos (Peter Jackson, 2001-2003) o Titanic (James Cameron, 1997). Esta estatuilla  supondría su quinto Oscar. La primera entrega de Avatar no ganó ninguno de los premios de sonido en la edición de 2009, perdiéndolos frente a En tierra hostil (Katrhyn Bigelow, 2009), en un año donde lo tenía más fácil que ahora. Con este panorama, el sonido de Pandora dudosamente será reconocido la noche del 12 de marzo.

Top Gun:Maverick' used real jets to create sonic sounds - Variety

Ganará: Mark Weingarten, James Mather, Al Nelson, Chris Burdon, Mark Taylor - Top Gun: Maverick

Debería ganar: Mark Weingarten, James Mather, Al Nelson, Chris Burdon, Mark Taylor - Top Gun: Maverick

Echamos en falta: Brent Kiser, Andrew Twite, Stephen Nelson, Alexandra Fehrman, Ian Chase -  Todo a la vez en todas partes

 

MEJOR MONTAJE

 

Históricamente, una nominación en montaje era esencial para el ganador final del gran premio, certificando que los favoritísimos estaban siempre en esta categoría. Sin embargo, el año pasado se rompió totalmente esta tendencia con CODA, que no había cosechado ninguna nominación técnica. La anterior vez que esto había sucedido fue con Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014), muy lógico teniendo en cuenta que la película era un plano secuencia-, pero para el siguiente caso ya tenemos que retrotraernos a 1980 con Gente corriente (Robert Redford, 1980). No obstante, las coincidencias con la coronada mejor película no suelen darse. La última vez que ambos fueron de la mano fue con Argo en (Ben Affleck, 2012). ¿Todo a la vez en todas partes podría volver a hermanar las categorías? Los votantes de los Oscar aprecian más el difícil trabajo de los editores de películas, cuando éste hábilmente hace malabarismos con múltiples historias, como fue el caso de Traffic (Steven Soderbergh, 2000) y Crash (Paul Haggis, 2005).

El bombardeo de universos diferentes, las conexiones seriamente tontas entre ellos y las convincentes secuencias de acción ayudan a la película a crear una mezcla de tonos y elementos que hace que la película de los Daniels sea abrumadora sin ser agotadora. Paul Rogers entrelaza método y locura, el viaje emocional y las relaciones, hace que el rimbombante montaje encaje, todas las piezas fueron cuidadosamente superpuestas al arco central, que se las arregló para lanzarse a la experimentación y la forma libre de los multiversos de los Daniels. Se dice que el montaje es el pilar de una película, y en Todo a la vez en todas partes este es crucial para que todo marche como la máquina que es. El sindicato de montadores, los BAFTA, los Spirit Awards,  los Critics’ Choice y los EDDIE del sindicato de montadores han coronado a Rogers, a estas alturas parece  impensable que la Academia vaya a pasar de él.

Lo único que podría pasar la mano por las múltiples caras de los Daniels es el avión de Maverick. Top Gun: Maverick ha sido la favorita por el virtuosismo técnico de Eddie Hamilton. Montó y cortó más de 813 horas de asombroso metraje aéreo (cortesía del innovador sistema de extensión de cámara Sony Rialto supervisado por el desairado director de fotografía Claudio Miranda), que puso al público dentro de las cabinas de los reactores con el Maverick de Tom Cruise. Fue un rompecabezas complejo de construir, pero el resultado final funcionó y fluye, sin aparente esfuerzo, cinemática y emocionalmente. Las esperanzas de la película se encuentran, sobre todo, en esa dupla inseparable del ganador al mejor montaje y mejor sonido, porque los académicos tienden a asociar el ritmo de las imágenes con el del sonido. Desde 2012 que la ganadora de mejor montaje no coincide con la ganadora de alguno de los premios de sonido. Presuntamente, Top Gun: Maverick es favorita en la disciplina sonora, de modo que mantener el emparejamiento no es una posibilidad remota -viene con el premio del sindicato de montadores bajo el brazo-, aunque la edición de Todo a la vez en todas partes llega muy fuerte.

También tienen preferencia las películas que intercalan música e imágenes de forma experta y mágica, como Cabaret (Bob Fosse, 1972), Chicago (Rob Marshall, 2002), Whiplash (Damien Chazelle, 2014) y la ganadora de 2020 Sound of Metal (Darius Marder). Dicha ventaja es confirmada en las nominaciones de este año, la atracción musical de feria de Elvis, el drama psicológico ambientado en el mundo de la música clásica de TÁR (Todd Field) y la mezcla de melancolía y capricho absurdo de las Banshees, las Almas en pena de Inisherin.

Baz Luhrmann siguió el modelo de Milos Forman con Amadeus (1984), con el confabulador coronel Parker, mánager de la legendaria y autodestructiva superestrella musical, como narrador poco fiable . Esto permitió a Matt Villa y Jonathan Redmond encontrar formas creativas de equilibrar la historia personal de Elvis con las escenas musicales, tratadas como secuencias llenas de movimiento. La última escena con Unchained Melody, intercalando imágenes del Elvis real muestra el respeto y amor detrás de los creadores, quedando por delante en este aspecto de Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018), que en comparación queda fría y convencional. Aquí sí se atreven a recordar la poderosa imagen que era el rey del Rock, incluso recuperan el mítico “Elvis has left the building”, aún usado por locutores estadounidenses, como una metáfora final, guiño a cualquier fan y despedida perfecta. El montaje frenético marca de la casa sigue presente, aportando mucha información en pocos segundos y revelando el mastodóntico trabajo que es una locura estimulante como Elvis. No parece suficiente para pasar por delante de sus competidoras.

 

Equilibrar la comedia y el drama es algo muy respecto su trabajo anterior, Sound of Metal (Darius Marder, 2020), para Mikkel E. G. Nielsen, que además tuvo que enfrentarse al reto de entrar a toda prisa en el proyecto tras el fallecimiento de Jon Gregory, el montador al que recurría Martin McDonagh habitualmente. Es una búsqueda de lo simple dentro de las complejidades de esta oscura fábula de dos amigos de copa distanciados, alegoría de la Guerra Civil irlandesa, Nielsen esperaba crear una bella y triste historia de ruptura que plantea muchas preguntas y engancha al público a través de sus personajes y el sentido de lo inesperado. Estamos ante el trabajo más invisible de los 5, hecho que suele frenar en el camino al triunfo frente a propuestas mucho más llamativas.

 

Monika Willi explora los mundos público y privado de la directora de orquesta y compositora Lydia Tár (Cate Blanchett), llenos de gran tensión y ansiedad. Es una partitura fría y calculadora entre la subjetividad y la realidad. El borrador original duró casi tres horas y media. El proceso a partir de ahí fue deshacerse de todo lo innecesario o que no era importante para el paseo que estaba tomando la protagonista. A medida que avanza la película y las paredes se cierran sobre Lydia, se aprecia más la obra de precisión artesana en la sala de montaje. Willi ha recortado metraje, pero manteniendo los tempos adecuados para que el público pueda sumergirse en el fascinante estudio de personaje que es TÁR. Para saber aguantar una escena de 10 minutos de un personaje deambulando por la habitación, charlando, se necesita talento, y Willi lo ha demostrado de sobras. De pausada construcción, lo tiene complicado, porque no es el trabajo más evidente.

Todo a la vez en todas partes': la película más delirante de la temporada |  Cultura | EL PAÍS

Ganará: Paul Rogers - Todo a la vez en todas partes

Debería ganar: Paul Rogers - Todo a la vez en todas partes

Echamos en falta: Sarah Broshar, Michael Kahn - Los Fabelman

 

MEJOR GUION ADAPTADO
 

Si bien mejor guion original es una superlativa categoría donde todas las nominadas podrían ganar este o cualquier año, guion adaptado se antoja como algo más limitado, donde hay menos que rascar y, teóricamente, tendría que haber una clara favorita que, a día de hoy, sigue siendo un misterio. Esta favorita sería Ellas hablan, una pieza prácticamente de cámara, fundamentada en la palabra, con lo cual permite un despliegue de diálogos que dan lustre siempre a un recipiente de esta categoría. La temática de Ellas hablan, además, casa perfectamente con la agenda social y el feminismo, contando una historia de mujeres que, hartas del maltrato y la vejación de los hombres, debaten sobre su futuro en el seno de una comunidad menonita. Una obra de empoderamiento adaptada de la novela homónima de Miriam Toews por Sarah Polley, que ya fue nominada por aquella Lejos de ella, en 2007. Un triunfo para la película más deliberadamente política de las nominadas  es toda una declaración de intenciones de una Academia más inclusiva y sensible a las problemáticas de hoy en día, además de reconocer a una actriz y cineasta que lleva años trabajando, la cual es la única mujer guionista nominada este año y que ya se ha llevado el Critics’ Choice o el premio del sindicato de guionistas. El talento está, así como evitar un vacío para un film que merece más suerte entre el público. En su contra, está la errática carrera que ha tenido, llegando a estar completamente ausente en los BAFTA y quedándose sin ninguna nominación para cualquier miembro de su reparto, su otra gran baza. Se entiende, porque no es una propuesta tan accesible como las otras y esto es lo que puede echar para atrás a la hora de elegir a la ganadora, aunque dentro de su competencia no hay nada rotundo.

 

La principal alternativa es Sin novedad en el frente, que ya se impuso en los BAFTA y podría repetir hazaña al ser una de las principales favoritas. La adaptación de la novela de Erich Maria Remarque no se acomoda en la mera fotocopia ni tampoco imita la película de Lewis Milestone de 1930, pero tampoco vislumbra nada que no se haya visto o comentado ya sobre un conflicto bélico, sin brillar especialmente por la originalidad de su trama o el poder de sus diálogos. Se trataría, pues, de una correcta ganadora de consenso entre todos los académicos, pero la opción radicalmente más convencional de todas.

 

De no estar Sarah Polley, la ganadora de prestigio sería Living, la adaptación de Kazuo Ishiguro de la película Vivir de Akira Kurosawa, filmada en 1952. Ishiguro traslada al Londres de la posguerra la contenida historia de un gris funcionario británico en los últimos meses de su vida tras diagnosticarle una enfermedad terminal. Ishiguro imprime un aura sutil y detallista, con una emoción que se va cociendo a fuego lento, parca en palabras pero bien elegidas. Esta es la virtud de Living, pero desgraciadamente sus constantes menciones en la categoría no se han traducido a premios, ni siquiera en los BAFTA, donde lo tenía viento en popa al jugar en casa. El no figurar entre las nominadas a mejor película y la moderada pasión que ha despertado la desligan de la victoria, pero ver a un premio Nobel con un Oscar es una estampa tentadora para los libros de historia.

 

Hace unos meses Glass Onion: un misterio de puñales por la espalda partía como una gran rival para Polley, debido al gran recibimiento crítico de la segunda entrega de la inesperada saga de detectives que empezó Rian Johnson. Johnson podría haber replicado la trama de la entrega de 2019, pero ha querido dar una vuelta de tuerca a la estructura con tal de ofrecer una virguería narrativa más sofisticada, además de dar un poco más de trasfondo al gran personaje que es Benoît Blanc. Afilada en su descripción del universo de ricos startuperos y divertidísima en su desarrollo, Glass Onion se erige como una dignísima secuela, pero palidece ligeramente sobre todo a la hora de mantener la incógnita de quién es el asesino. Llegó muy fuerte en noviembre, pero ha perdido momentum, quedándose sin menciones en película y actriz secundaria para Janelle Monáe, donde parecía una fija entonces. Y, como en todo éxito, ha salido en las últimas semanas un cúmulo de detractores que la tildan de vacía y una película Twitter, evaporándose algo su renombre.

 

Hasta diez manos han hecho falta para confeccionar el guion de Top Gun: Maverick, siendo el más célebre Christopher McQuarrie, ganador de la estatuilla por Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995) y realizador de las entregas 5,6,7 y 8 de Misión imposible. Junto a Ehren Kruger, Eric Warren, Peter Craig y Justin Marks, McQuarrie ha dado una continuación a aquella lejana Top Gun dejando a Maverick estancado en su vida a todos los niveles, pero con el recibimiento de nuevos alumnos con los que establecer un juego de espejos con el espíritu de la primera entrega. Top Gun: Maverick sirve a la acción, pero se conforma con convencionalismos peliculeros, un clasicismo un tanto añejo y no indaga particularmente en la psicología de un héroe que, en época de madurez, podría dar más de sí. Oír su nombre en esta categoría el día de las nominaciones fue una sorpresa para mal, pero certifica la estima que la Academia tiene a un film que ha sabido seducir a la audiencia -con el riesgo de fracasar como otras secuelas tardías-. Sin embargo, se trata de las peores nominaciones que se han perpetrado nunca en la categoría y, sin lugar a dudas, no es el lugar donde recompensar a Maverick. Los académicos lo saben.

Crítica de 'Ellas hablan', reconocible violencia patriarcal

Guanya: Sarah Polley - Ellas hablan

Debería ganar: Sarah Polley - Ellas hablan

Debería estar: Rebecca Lenkiewicz - Al descubierto (She said)

 

MEJOR GUION ORIGINAL

 

Las categorías de guion siempre se observan con atención como indicador para saber qué película será la gran ganadora de la noche, que se lo digan a Martin McDonagh, con Tres anuncios en las afueras (2017). Todo apuntaba que iba a llevárselo todo, y cuando en esta categoría premiaron Déjame salir (Get Out), de Jordan Peele, tanto los invitados como los espectadores de la gala empezaron a sospechar que se alejaba del premio a mejor película. Este año es aún más interesante, los nominados a mejor guion original coinciden con los de mejor director, y todas las nominadas a mejor guion original obtuvieron una nominación a mejor película. Que muchas de las candidatas hayan obtenido múltiples nominaciones, no tiene por qué traducirse necesariamente en efecto barrido. Cada vez es más tradición repartir, no va a poner la Academia todos los huevos en una sola cesta con los tiempos tan indecisos que corren.

 

Mejor guion original siempre ha sido un refugio para reconocer, ni que sea a modo de nominación, a los autores europeos. Tuvo su momento álgido en los 60 y 70, con Fellini, Bergman, Rohmer o Buñuel recogiendo nominaciones, pero particularmente se ha acentuado de nuevo gracias al ingreso masivo de no-estadounidenses en la Academia. En este perfil encaja el sueco Ruben Östlund y su guion para El triángulo de la tristeza. Östlund ya paseó por la alfombra roja en 2017 cuando The square estuvo nominada en Mejor Película Internacional tras ganar la Palma de Oro en Cannes, pero ahora, con su segunda Palma en casa, va un paso más allá como nominado a título personal. El triángulo de la tristeza es una mordaz sátira de los ricos de hoy en día, que puede recordar por sus puntuales toques surrealistas al mismo Buñuel de El discreto encanto de la burguesía (1972), pero llevándolo a un exceso que encuentra su punto álgido en la cena del capitán en el yate exclusivo. Repleta de personajes bien hallados y singulares, con diálogos punzantes y una trama accesible que desnuda la frivolidad de la élite y explora la lucha de clases y qué es lo que determina el poder según las circunstancias, es una propuesta potente que bien podría ganar, pero lamentablemente tiene cuatro gigantes de acompañantes que, seguramente, dejen a Östlund sentado y aplaudiendo con una sonrisa falsa, del mismo modo que haría cualquiera de sus personajes.

 

Justo lo que le pasó a McDonagh en 2017, aunque él llegaba como favorito. ¿A la tercera irá la vencida? Dramaturgo muy querido en la Industria, su escritura siempre ha sido más elogiada que su dirección, y Almas en pena de Inisherin es, sobre todo, un film de texto que va calando en el espectador a partir del tratamiento de sus personajes y unos diálogos que dejan entrever la condición humana misma. Además, se ha llevado el Globo de Oro al mejor guion, y los Globos tienden a ser poderosos de cara a la ceremonia en esta categoría, aunque combinan guiones originales y adaptados, pero de las historias originales que han ganado en los últimos años; Belfast (Kenneth Branagh, 2021), Érase una vez…en Hollywood (Quentin Tarantino, 2019), Green Book (Peter Farelly, 2018), Tres anuncios en las afueras (2017), La La Land (Damien Chazelle, 2016), Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014), Her (Spike Jonze, 2013), Django Unchained (Quentin Tarantino, 2012), Midnight in Paris (Woody Allen, 2011), The Queen (Stephen Frears, 2006) y Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003); siete de las once pasaron a ganar el Oscar al guion original. Justo una de las excepciones en las que no se tradujo en victoria fue la de McDonagh, que junto a The Queen fueron superadas por películas que no estaban nominadas al Globo, Déjame salir y Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Farris, 2006). Contando también con el BAFTA en el palmarés, así como el premio de guion del Festival de Venecia, si la Academia quiere repartir este es sitio adecuado para recompensar al irlandés. Pero todo dependerá de si todos los astros no se alinean con los Daniels.

 

Dan Kwan y Daniel Scheinert ganaron esta categoría en los Critics Choice Awards, contra el mismo grupo de nominados y, teniendo en cuenta el amor que ha suscitado la cinta y que la singularidad de su guion es una de sus bazas, hay mucho partido para el dúo. Con el aura aún de revelaciones en el mundo del cine, pueden jugar esta carta que tan bien salió a Jordan Peele o a Emerald Fennell por Una joven prometedora (2020). La vuelta de tuerca al concepto del multiverso, tan en boga actualmente por las estructuras narrativas del gigante Marvel, es un novedoso reto narrativo que en el film ha llegado a su excelencia, dando frescura a la manera de explicar historias, sin miedo a ser complicada y enrevesada pero resultando accesible ya que ha causado furor en público y crítica. Con un trasfondo político que indaga sobre la condición social, la burocracia o la diversidad, el guion es un puntal imprescindible para la favorita de la edición y, en este caso, resultaría bastante sorprendente que se llevara mejor película sin el guion de la mano. Apunta bastante a que será así, sumando el premio del sindicato de guionistas en el bolsillo, donde McDonagh no podía competir.

 

Tanto el guionista y director de TÁR, Todd Field, como el co-guionista de Los Fabelman, Tony Kushner, se encuentran en una situación similar, con tres nominaciones y cuatro candidaturas a guion, respectivamente, mientras que es la primera vez que el icono del cine Steven Spielberg, de 76 años, es nominado como guionista. En cuanto a sus posibilidades de ganar, Field se ve un poco obstaculizado por el hecho de que su impresionante guion, un estudio de personaje muy agudo y símbolo de nuestros tiempos, se vea fagocitado por la inmensa creación de Cate Blanchett. No ha cosechado nada destacable y la campanada en los Oscar, a estas alturas, se ve poco probable. Los Fabelman, por su parte, es una historia tremendamente personal que ha juntado la experiencia vital de Spielberg con el talento de Kushner para escribir réplicas y situaciones, creando un libreto muy honesto, clásico pero fresco gracias a su separación de las líneas más convencionales del biopic. Kenneth Branagh ganó el año pasado por un experimento similar en Belfast, aunque la película de Spielberg es más sofisticada a todos los niveles, con lo cual sería una dignísima ganadora igualmente. El problema es que, a nivel de trama, ser la menos original de las cinco puede pasarle factura, en una categoría que acostumbra a premiar ideas más descabelladas.

Todo a la vez en todas partes - Trailer español - YouTube

Ganaran: Daniel Kwan, Daniel Scheinert - Todo a la vez en todas partes

Debería ganar: Martin McDonagh - Almas en pena de Inisherin

Echamos en falta: Seth Reiss, Will Tracy - El menú

 

MEJOR CORTOMETRAJE DOCUMENTAL

 

La relevancia con la agenda social suele dar la clave de quién será la ganadora de la habitualmente impredecible Oscar al mejor cortometraje documental. En una selección donde no hay nada especialmente ligado a la actualidad, permite situar a Stranger at the Gate (Joshua Seftel) como favorita, en una historia americana de redención arquetípica que obtendrá el voto de los estamentos más clásicos. Narrada como si se tratara de un true crime con testimonios a cámara, recreaciones y bastante vista de dron, Stranger at the Gate habla de la tolerancia, el respeto a la diversidad y el atreverse a conocer para acabar con los miedos mediante un suceso real de un marine islamófobo que planeaba atentar contra una mezquita en Indiana. En tiempos de guerra y odio, esto es lo más cercano que podemos encontrar para vehicular un discurso pacifista en el palmarés de la categoría. Luego está el producto en sí, que peca demasiado de televisivo y, sobre todo, es preocupante el foco que toma en ensalzar a un tipo que, de no haber visto la luz, sería el autor de una horrorosa masacre, en lugar de centrarse más en la comunidad islámica. Que el hecho de no matar sea percibido como una proeza de salvador blanco es casi pernicioso. No obstante, estas problemáticas lecturas que derivan de ella no tienne pinta de ser un problema para la Academia, que se quedará con el character development en positivo.

 

Recientemente, los documentales de mujeres han salido victoriosos a raíz de la ola feminista y la necesidad de poner en valor la labor de figuras femeninas, ignoradas a lo largo de la historia. El año pasado, el repaso a la carrera de Lusia Harris, una de las estrellas de la NBA femenina de los 70 en The queen of basketball (Ben Proudfoot, 2021), y el anterior con Colette (Anthony Giacchino, 2020), sobre una mujer clave en la Resistencia francesa, ganaron el Oscar. Este año, quien podría repetir el patrón es El efecto Martha Mitchell (Anne Alvergue, Debra McClutchy), que indaga en la esposa del republicano John Newton Mitchell, presente en el gabinete de Richard Nixon. Martha Mitchell fue esencial para el descubrimiento del caso Watergate y llegó a sufrir abusos psicológicos con el fin de desacreditarla. La pieza es un acercamiento dinámico a su persona e implicación, apoyada en el material de archivo. Esto supone un talón de Aquilés, puesto que la Academia no acostumbra a apostar por las obras de archivo. Pero el mensaje está claro, una revalorización de una mujer que se atrevió a tomar las riendas en contra del sistema para dar cuentas al pilar de un país: los ciudadanos. Un contenido suficientemente fuerte como para hacerse con el premio.

 

Abrir la ventana a la intimidad de uno también suele ser un aliciente para el premio porque se logra ofrecer un producto muy personal elaborado desde el corazón con el que el espectador puede conectar fácilmente. Jay Rosenblatt estuvo presente en la categoría el año pasado con su carta de perdón al compañero del que él y otros chicos abusaron en sus años escolares en Cuando éramos acosadores. Aquí cambia la gravedad del tema por el seguimiento durante 17 años de cada día de aniversario de su hija Ella. Preguntas y respuestas que muestran el crecimiento de un ser humano y los cambios en la relación con su progenitor marcan este experimento que puede recordar al Boyhood de Richard Linklater. En un año sin una clara favorita, Rosenblatt podría dar la campanada con este ejercicio cercano y entrañable que ha pasado por festivales como Locarno.

 

Los dos documentales restantes pertenecen a la rama de medio ambiente y naturaleza, el gran tópico desde los orígenes del género. No obstante, son abordados de distinta forma. Por un lado, está la rusa Haulout, de Maxim Arbugaev y Evgenia Arbugaeva, que sigue a un hombre en su choza del Ártico ruso a la espera de vislumbrar un fenómeno natural particular. Los efectos del cambio climático rebajan las probabilidades de que éste suceda, en la película de corte más observacional de las nominadas, pero también la más bella en el aspecto visual. La temporalidad lenta o la sutileza pueden suponer una barrera para el público medio y, más allá de la gracia de su ejecución, no ofrece un mensaje particularmente revelador, así que vaticinar su victoria se hace más difícil, a pesar de ser la cinta con mayor trayectoria internacional de las presentes.

 

En el otro lado de la balanza, está Nuestro bebé elefante, de la Kartiki Gonsalves, retrato de una pareja india que recoge a un bebé elefante huérfano y lo cuidan a lo largo de los años. Inspiradora, tierna  y llena de momentos que harán caer la baba a los amantes de los animales, resulta la película que puede despertar más simpatías, pero narrativamente no ofrece mucho más que un suceso de estampas de cuidados funcionalmente rodados, careciendo de la fuerza necesaria o la dimensión política de otras nominadas. Si se vota a la monada de paquidermo, puede ganar de sobras, pero si se vota a conciencia, no debería tener posibilidades.

Stranger at the Gate | Filmfilicos blog de cine

Ganará: Stranger at the Gate

Debería ganar: El efecto de Martha Mitchell

 

MEJOR DOCUMENTAL

 

En la heterodoxa categoría que siempre es mejor documental, tanto en nominaciones como a la hora de premiar, parece ser que este año hay una clarísima favorita que servirá, asimismo, para lanzar un mensaje explícito sobre la problemática estrella de 2022 que ha sacudido el planeta: la guerra de Ucrania. Esta es Navalny, película de Daniel Roher que resigue la vida del opositor ruso Alexey Navalny, surgido como máximo contrincante de Vladimir Putin, con el fin de establecer una Rusia más democrática y justa, alejada de las prácticas mafiosas del presidente. La película abarca desde su incursión hasta su actual encarcelamiento, pasando por el envenenamiento que sufrió en 2020. Un triunfo de Navalny tiene un valor más simbólico que cinematográfico, ya que supone una declaración de intenciones por parte de la Academia, posicionándose en contra de la tiranía del presidente ruso, canalizada ahora en la invasión de Ucrania. Navalny ofrece una mirada que permite conocer mejor a su protagonista, pero se acerca en muchos momentos al reportaje televisivo y, sobre todo, se deja más matices en el tintero porque se centra más en glorificar al abogado y líder opositor. Esto conlleva a que el trasfondo de poder político o una incursión más profunda en sus hipotéticas acciones quede demasiado resumido y sin debatir las contradicciones en las que puede caer. La fuerza de su historia y el emblema que implica su persona dan muchas razones para votarla y, ateniéndonos a los triunfos en los BAFTA, sindicato de productores o el premio del público de Sundance, no hace falta ser un espía para prever que en Rusia censurarán el momento en que se proclame al ganador de la categoría.

 

Tanto ha sido la influencia de la contienda que la nominación sorpresa ha venido de la mano de Una casa hecha de astillas, de Simon Lereng Wilmont, un documental sobre una casa de acogida en Ucrania. Rodado antes del estallido de la guerra, el film se adentra en esta casa en cuestión, donde viven niños esperan la decisión judicial respecto a la custodia parental de sus padres, mientras son cuidados por el personal de la mejor manera posible, enfrentándose a la precariedad. El duro contexto en el que se encuentran, acrecentado ahora por la dimensión bélica en la que supuestamente viven, puede despertar muchas solidaridad en los académicos, además de vehicular un anuncio de apoyo al pueblo ucraniano. No obstante, Navalny es una opción más clara para lanzar un dardo a la cara de Putin.

 

La que arrebató inesperadamente el premio del sindicato de directores a Navalny y podría hacerle sombra es Fire of love, película de Sara Dosa formada a partir de imágenes de archivo que Maurice y Katia Krafft, vulcanólogos devotos, grabaron en sus expediciones a lo largo de 20 años. Fire of love encaja con la descripción del documental de naturaleza, bastante prolífico en el palmarés histórico de los Oscar, pero también va más allá a la hora de reinterpretar las imágenes registradas y construir, mediante una voz en off, una historia de amor singular y compleja entre estos dos seres humanos. Bellamente narrada y repleta de impresionantes imágenes, puede derretir fácilmente el corazón del votante por su texto y texturas.

 

Con el León de Oro de Venecia llega La belleza y el dolor, una aproximación a la figura de la artista y activista Nan Goldin, en su contienda contra Purdue Pharma, propietaria de la familia Sackler, responsable de la mayor plaga de opioides de la historia de Estados Unidos. La directora Laura Poitras ya tiene experiencia en subir a por la estatuilla con el retrato de otro inconformista como Edward Snowden en Citizenfour (2014), y La belleza y el dolor apuntan a una línea similar, con el añadido de obtener una película más estimulante plásticamente  gracias a la introducción de su apasionante obra fotográfica. El premio gordo en un festival de clase A como Venecia debería ser una garantía, pero los Oscar tienden a desviarse de esto, y Goldin, pese a su gran tarea, compite con alguien que está más en boca de todos: Navalny.

 

Lentamente pero sin perderse ningún baile ha llegado a los Oscar All that breathes, film observacional ambientado en una turbulenta Nueva Delhi en el que dos hermanos cuidan y protegen a un pájaro, el Milano Negro. Dirigida por Shaunak Sen, ofrece recompensa, pero puede ser la que implica un visionado más exigente, ocasionando que muchos votantes la rechacen al lado de proclamas más directas.

Navalny (2022) - IMDb

Ganará: Navalny

Debería ganar: La belleza y el dolor

Echamos en falta: Moonage daydream, de Brett Morgen

 

 

NUESTRA PORRA DE LOS OSCARS 2023 PARTE II