Nuestro segundo día en el Festival de Cine Europeo de Sevilla comienza con la proyección de Algo muy gordo de Carlos Padial (Mi loco erasmus, Taller Capuchoc) que continúa en la vía del falso documental de sus obras anteriores y sin muestras de evolución alguna. Lo que se nos vende como un nuevo concepto de humor desde el principio de la película, no es más que una broma de mal gusto gastada por Berto Romero, Carolina Bang, Carlos Areces, Javier Botet o el propio Padial con ese making-off realizado (al que se le ven demasiado rápido las costuras) y que nunca encuentra el tono adecuado, ni el tempo correcto para hacernos la menor gracia. Todo en parte a que el protagonista de la historia, Berto Romero interpretándose sin ganas así mismo aquí no nos produce la mínima carcajada, siendo los dos únicos momentos con algo de inspiración (aunque recurriendo demasiado a la repetición del gag) los creados a partir de la explosión de un coche.
A todo, se le suma un momento videoclip popero-indie, tan de moda en todas las comedias que se estrenan en salas y que sirve como sumatorios de secuencias para llegar cuanto antes al final, que nos confirma que lo que estábamos viendo no era un nuevo concepto de humor sino una mala comedia mal dirigida.
El mal sabor de boca que nos dejó la cinta de Carlos Padial se olvidó al adentrarnos en el maravilloso mundo que nos propone AVA de Léa Mysius y que retrata como pocas veces se ha hecho la pubertad femenina con todas sus consecuencias y sin pudor alguno, con pulso firme y valentía en la historia de Ava, una chica de trece años, interpretada por Noée Abita, a la que diagnostican una ceguera prematura que se hará total en poco tiempo y que tras un encuentro en la playa con un joven gitano comenzará a experimentar los deseos y curiosidades de una chica corriente de su edad, a la vez que surgen los primeros cambios para esa etapa extraña que es la adolescencia.
La directora recurre para ellos a imágenes surreales, impactantes, que se quedan grabadas en la mente, algunas muy hermosas como ese baño al desnudo que se da la chica en la orilla de la playa mientras las olas se enfrentan y chocan contra su cuerpo, y otras aterradoras como las pesadillas que tiene de carácter sexual y oscuro.
Poco hay que reprocharle a esta película y que de momento nos parece de lo mejor que ha programado el festival y de hacerlo quizás tengamos que hablar de algún bajón de ritmo en su mitad. Nada grave para todo lo que nos viene después.
Por la tarde, nuestra primera sesión ha sido con Requiem for Mrs. J. de Bojan Vuletic, una tragicomedia o drama con tintes cómicos muy negros que bajo el trasfondo de esa transición que ha vivido Serbia en los últimos tiempos nos relata la historia de una mujer, madre de tres hijos y que vive con su madre, a la que tras la muerte de su esposo se le viene el mundo encima y traza un plan para quitarse la vida. Sin embargo, los avatares administrativos de su ciudad no se lo pondrán nada fácil.
Una historia que tiene lazos en común con esa obra maestra del cine español que es ¡¿Qué he hecho yo para merecer esto?!, tanto por enfocarse ambas en el personaje femenino como por hacerlo en un periodo de transición para hacer crítica de un momento y un lugar, aunque la película de Almodóvar cargaba con unos tintes muy surrealistas que quizás sean los que necesita la cinta serbia para resultar algo más amena, ya que tras un comienzo muy prometedor luego se hace un poco cuesta arriba seguir el ritmo muy pausado de la historia, lleno de planos estáticos, hasta casi su último acto y su catártica escena final con canción de por medio.
Tras ella, le tocaba el turno a El Autor de Manuel Martín Cuenca (Caníbal) con la historia de Álvaro (aterrador Javier Gutiérrez), un aspirante a escritor que se instala en una comunidad de vecinos tras encontrar a su esposa con otro hombre y que usará esa fauna vecinal como muestra experimental de su futura gran novela rebasando todos los límites.
Martín Cuenca continúa con esa puesta en escena minimalista (la mayor parte en un apartamento poco amueblado) para encerrar a otro personaje extraño y perturbado como en su anterior cinta. Cambia Granada por Sevilla en un ágil movimiento que además crea toda una crítica a la idiosincrasia de la ciudad aunque tenga el efecto negativo de convertir la película en algo demasiado localista, con la problemática de que en otros lugares sea difícil entender por qué ocurren las cosas y mantiene también ese aire hitchcockiano (Rear Window), más bien depalmiano (algo de Blow Out puede intuirse) con el personaje de Gutiérrez, que se convierte en un escuchador y manipulador maquiavélico cuyo fin es terminar su obra.
Además, otros niveles de lectura pueden descifrar la película como un auténtico manual de la escritura de ficción, mucho mejor que esos talleres y seminarios impartidos por profesores como el que interpreta un hilarante Antonio de la Torre.
Nuestro día acaba con 9 Doigts de F.J. Ossang una muestra de eso que se ha llamado retro-noir y que no es más que volver a seguir los preceptos del género negro de exponentes como Melville o Turneur añadiendo de paso algún componente extraño o toque de ciencia ficción.
Una historia extraña a la que cuesta seguir la trama debido sobre todo a unos interminables fundidos a negro que aparecen sin ton ni son y que desmerecen a una película cuyas texturas, uso de la luz y estética se merecían un guion algo mejor y no una sucesión de escenas con menor o mejor acierto que nos lleven a algo más parecido a un Lost en blanco y negro.