Nuestro último día en el Festival de Cine Europeo de Sevilla empieza con el palmarés de este año, que lejos de la mediocridad que reinó en la pasada edición, repartió los premios de forma más equitativa (aunque nosotros no quedamos muy convencidos con algunas ganadoras) pero que saca a relucir una deriva que está ocurriendo tanto en los festivales como en las galas de entregas de premios que parecen centrarse más en las características sociales y políticas de las obras más que en los aspectos cinematográficos de estas.
Tras él, y llegando en el último segundo antes de que empezara la proyección, sigue nuestros visionados de películas del festival con Pin Cushion, debut en el largometraje de Deborah Haywood con estilizada y cruel historia de iniciación femenina (otra más en el festival) que además mejora gracias a contar también la historia en el vecindario de la madre de la protagonista, ambas unas personas que no acaban de encajar en sus ambientes y que son la diana de los dardos envenenados de todos los personajes de la película.
Su puesta en escena con reminiscencias a esa obra maestra y material a seguir cuando se quiere explorar la juventud femenina que es Carrie de Brian de Palma, y las semejanzas físicas de la protagonista con Sissy Spacek no parecen muy casuales, nos ofrecen un retrato muy aterrador y casi inhumano de las relaciones de instituto que hace que las perrerías que se hacían en esa otra película ejemplares sobre la temática que es Mean Girls de Mark Waters parezcan chiquilladas.
Seguimos por la tarde con Histeria de España, una película coordinada por Kikol Grau y con la ayuda de otros artistas como Maria Cañas o Carolina Cabrerizo entre otros y que se muestra continuista con su otra obra La Transacción: un recorrido audiovisual por la transición pero más acertada que esta gracias a las colaboraciones de estos otros creadores que mejoran la unión y desunión en la mezcla de imágenes, sonidos y palabras pero que continúa siendo otra panfleto político que parece financiado por Podemos y partidos similares
Y llegamos a la última película para nosotros en el festival, Ternura y la Tercera Persona del siempre interesante y prolífico Pablo Llorca que siempre nos acompaña en este festival y nos demuestra que en cuanto a resistencias del cine español es él a quien hay que seguir de cerca.
Llorca se aleja un poco de sus obras anteriores, más poéticas y emotivas, dadas al relato oral y la contención y parece volver en una especie de secuela temática a su Recoletos (arriba y abajo) en su retrato de patio de vecinos, de barrios de clase media y trabajadora donde surgen los temas más actuales como la identidad de un país, la inmigración o la crisis en clave de comedia bufa que nos hace salir contentos de la sala y con las ganas de que llegue el próximo año y una nueva edición del festival.
Pero la cosa no acaba aquí, sigan pendientes porque durante las próximas semanas irán apareciendo las críticas de lo mejor de este festival al que hemos sido testigos, más detalladas y llenas de curiosidades que las breves líneas en las que las hemos nombrado en estas crónicas diarias.