Drama | 143 min. | Francia 2017
Título: 120 Pulsaciones por minuto.
Título original: 120 battements par minute.
Director: Robin Campillo.
Guión: Robin Campillo, Philippe Mangeot.
Intérpretes: Nahuel Pérez Biscayart, Adèle Haenel, Yves Heck, Arnaud Valois.
Estreno en España: 19/01/2018
Productora: Les Films de Pierre
Distribuidora: Avalon
Sinopsis
Francia, principios de los años 90. La vida cotidiana para la comunidad gay estaba condicionada por el miedo. Miedo al rechazo, al desprecio, y al SIDA. Esta enfermedad representa una plaga letal que se ceba especialmente con la población homosexual. Para responder a esta situación, nace en París el Act Up, un grupo de activistas que, utilizando métodos de guerrilla, dedica sus esfuerzos a luchar por dar visibilidad y lograr una mayor implicación del gobierno y de las farmacéuticas en la lucha contra el SIDA. Claro que, dentro de esta asociación descubriremos los desacuerdos entre algunos de sus miembros, ya que hay quienes no están de acuerdo en forzar los límites y radicalizarse.
CRÍTICA
“120 pulsaciones por minuto” es una ficción de contenido documental que relata la lucha de un puñado de militantes, homosexuales, o heterosexuales, seropositivos, hemofílicos contaminados o familiares de las victimas del sida, que en la década de los noventa se agruparon en Act Up, para presionar a los poderes públicos y obtener ayuda y reconocimiento en la lucha contra el Sida.
Si en la década de los ochenta en Francia los sucesivos gobiernos ignoraron la dimensión de la epidemia, considerando que era un “problema de homosexuales y drogadictos“, poco a poco la opinión publica empezó a ver la realidad de la contaminación en toda la población, un proceso de concienciación que culminó con el escándalo de la sangre contaminada, cuando era ministro de sanidad el socialista Laurent Fabius.
La acción radical de protesta de la asociación Act Up fue decisiva en esos años noventa, para modificar los comportamientos irresponsables de los poderes públicos y de los laboratorios farmacéuticos.
La acción radical de protesta de la asociación Act Up fue decisiva en esos años noventa, para modificar los comportamientos irresponsables de los poderes públicos y de los laboratorios farmacéuticos. Su acción violenta “políticamente incorrecta” en la denuncia del abandono de que eran víctimas los enfermos de sida, es hoy saludada públicamente por la opinión, 27 años después, y sus protagonistas transformados en héroes de película.
Cabe recordar sin embargo que, aunque se ha progresado enormemente en las campañas de prevención contra el sida en la ultima década, y en el cuidado de los enfermos, sobre todo en los países desarrollados, según cifras de la ONU, sigue habiendo hoy en día 36 millones de enfermos de Sida, en su mayoría en el continente africano y solo la mitad de ellos tienen acceso a tratamientos médicos.
Robin Campillo, quien fue militante gay en el seno de Act up, en los años noventa, reconstituye con rigor documental el funcionamiento de aquellas asambleas militantes, al mismo tiempo que centra su ficción en la relación amorosa entre dos jóvenes homosexuales, uno de los cuales es seropositivo y se encuentra gravemente enfermo.
En el equilibrio entre la emoción de la ficción y la credibilidad y el realismo de ese movimiento colectivo, reside la fuerza de “120 pulsaciones por minuto”, servida por un reparto de brillantes actores, como el franco argentino Nahuel Perez Biscayart, o los franceses Arnaud Valois y Adèle Haenel.
Pero en el marco de ese excelente casting coral de militantes que animan el movimiento, la gran revelación de la película es sin lugar a dudas el argentino Nahuel, quien desarrolla paralelamente su carrera en Francia y en Argentina, en donde fue el intérprete de “La sangre brota” de Pablo Fendrik.
Tras haber cursado estudios en el Idhec en los años ochenta, (la Escuela de cine de París, transformada después en la Femis) Bernard Campillo montador, guionista y realizador francés, nacido en Marruecos, empezó su carrera coescribiendo algunas películas del también cineasta Laurent Cantet: “L’emploi du temps”, 2001, “Vers le sud” 2005, o “Entre les murs” Palma de Oro en Cannes en 2008.
Como realizador, Campillo se lanzó en 2004 con “Les revenants”, un largometraje en el género fantástico, que fue seleccionado en el festival de Venecia, adaptado años después en una serie para la televisión. Los muertos que no quieren morir y vuelven a la vida, era ya en el género fantástico una metáfora sobre esa terrible epidemia, el sida, que había empezado en Francia en 1983 y de la que habla ahora de forma explicita “120 pulsaciones por minuto”.
Su segunda película presentada también en Venecia fue “Eastern boys”, ganadora del premio Horizontes en 2014. Brillante guion con inquietante suspense e inteligente puesta en escena, en esta película que abordaba la relación homosexual entre un cincuentón y un joven ucranio que se prostituye en Paris, y que vive sometido a una banda de violentos delincuentes rusos indocumentados.