La inmigración ilegal y las imágenes de las vallas de Melilla han sido, y están siendo, mediatizadas hasta la saciedad por los telediarios: casi diariamente podemos ver una noticia relacionada con ello. Eso sí, siempre es tratado tan superficialmente que, en realidad, no nos cuentan lo suficiente (o lo necesario) para poder formarnos un juicio de valor justificado… ¿qué es lo que está sucediendo y por qué?...
Los orígenes del conflicto o el punto de vista de los directamente implicados se ven silenciados en detrimento de las consecuencias una vez que llegan los refugiados a España.
¿Nos importa en realidad lo que sucede en África?
Al menos para poder debatir sobre ello (como ya lo hacemos) sí que deberíamos ver las dos caras de la moneda…
Ante esta situación me parece que la de Amanda Climent es una decisión valiente y coherente tanto en su carrera artística, como en su faceta de activista por los derechos humanos.
¿Cómo salvar esta distancia en la desinformación?
Amanda responde como han hecho siempre los periodistas de vocación: armándose de una cámara y acudiendo directamente al lugar de los hechos para conocer la realidad y a los implicados sin filtros.
Sólo por esto creo que merece la pena tener en consideración este trabajo. Nos estamos insensibilizando ante estas imágenes y banalizamos el punto de partida de Climent; ella nos plantea: “¿por qué la policía se ensaña tan violentamente con los refugiados?”
Hay varias conclusiones a tener en cuenta:
En España, damos por sentado muchas veces que los inmigrantes son gente desinformada y atrasada. También presuponemos que África es un continente aislado de occidente, en donde sus gentes deben de vivir en la ignorancia y creer inocentemente que al llegar aquí tendrán trabajo.
Ellos desconocen la precariedad de nuestra actual situación de crisis europea y se forman una idea idealizada.
Esto no es más que una conclusión precipitada y falsa. África es parte del mundo globalizado en el que vivimos y sufren, como todos, las desventajas (y las ventajas) de ello. Conocen la situación económica y aún así arriesgan sus vidas para intentar llegar aquí. Creo que esto sólo nos puede llevar a pensar en lo penoso de las condiciones en África.
Los marroquís deben soportar muchas dificultades en las tres fases del viaje: en el camino, en su país de origen y una vez que consiguen llegar aquí.
El acoso de la policía en los campamentos de refugiados es un problema grave. En “Las lágrimas de África”, Climent centra su atención en dos de estos campamentos, Gurugú y Bolingo, ambos en Marruecos: “Más de uno ha muerto mientras era perseguido por los agentes, que no perdonan ni a mujeres ni a niños y que aprovechan para intentar darles caza a altas horas de la noche y en lugares tan peligrosos como barrancos”.
Los campos de refugiados también sufren el control absoluto de las mafias locales. Allí las tasas para todo están a la orden del día: “sé que tienes que pagar entre 500 y 1500 euros por montar en un cayuco y para ir en lancha, algunos pagan hasta 4000 euros. A lo que hay que sumar un montón de dinero más si añades un chaleco salvavidas”.
Uno de los sectores más perjudicados son las mujeres: “Para empezar – narra Amparo – durante la travesía desde sus lugares de origen, no les queda más remedio que juntarse con un hombre para buscar su protección y no ser agredidas o violadas, porque la violencia de género está muy presente”.
“Además – continúa – las mujeres no pueden saltar la valla. Sólo hay unas cinco mujeres que lo han logrado. Y cuando llegan a los campamentos no tienen dinero, por lo que a muchas, esas mafias las llevan a centros donde las prostituyen”.
Uno de los puntos que más aprecio del documental es la mezcla de material gráfico en la que se sustenta la narración: intercalando entrevistas a los refugiados y a los implicados, imágenes grabadas directamente allí (cámara en mano), los dibujos y cartas que los refugiados le dieron a Amparo (y que ella les prometió llevar al Parlamento Europeo, promesa que llevaría a cabo con una exposición en febrero del 2015 en la misma sede del Parlamento en Bruselas)…
Ésta mezcla le da un ritmo más dinámico y lo hace más ameno.
Por otra parte cojea y comete errores muy básicos en la construcción de un documental, lo suficientemente graves como para que me replantee el hecho de si merece la pena verlo.
Siempre he asumido que uno de los puntos fuertes del género documental; especialmente al intentar ser un reflejo verídico de una situación problemática o de denuncia social, debe ser mostrado con la mayor objetividad posible para tener un acercamiento riguroso… pero esto se rompe en el momento en que haces uso de una banda sonora con el fin de influir directamente en el espectador. Esta es una fea manera de entorpece el mensaje y acercarlo más al sensacionalismo de la televisión, algo incoherente con su premisa.
La narración es demasiado solemne: el guión y la dicción no me parece la adecuada y las frases son poéticas y encorsetadas.
Amparo Climent (productora, guionista, realizadora y directora de la obra) consiguió financiarse por medio de una campaña de crowfunding mediante la plataforma Verkami que alcanzó el presupuesto necesario (15.410 euros de los 15.000 iniciales).
Nacida en Valencia, Amparo es una artista multidisciplinar que mostró signos de interesarse por lo creativo desde niña. Comenzó en el mundo de las artes plásticas y después continuó con el arte dramático y el audiovisual. Estudió Arte Dramático y Música en el Conservatorio de Valencia y se licenció en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid.
Actriz con una intensa actividad en el teatro, el cine y la televisión. Ha realizado numerosos cortometrajes. Como artista plástica ha firmado exposiciones individuales y colectivas, tanto nacionales como internacionales. Posee la “Medalla de Oro del Real Círculo Artístico” de Barcelona. Creadora en 1998 de “SINOPSIS”, la primera Agencia de Guionistas de España. Co-creadora y directora de comunicación de ABC Guionistas, una consultora especializada en servicios para guionistas. Es miembro de la junta directiva de la “Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas de España” y miembro de CIMA, Asociación de mujeres cineastas y forma parte del colectivo Generando Arte, en donde se desarrollan proyectos plásticos y visuales desde una perspectiva de género.
Ahora mismo se encuentra inmersa en la fase de montaje de “Las mujeres de Idomeni” su segundo documental de la trilogía que inicia con “Las lágrimas de África”.