domingo. 17.11.2024
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Red Rocket

Cartelera España 6 de mayo  

Red Rocket

Título original

Red Rocket
Año
Duración
130 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección

Guion

Sean Baker, Chris Bergoch

Fotografía

Drew Daniels

Reparto

, ver 7 más

Productora

A24, Filmnation Entertainment, Cre Film. Distribuidora: A24

Género
DramaComedia | Cine independiente USAComedia dramáticaSexualidad y pornografía
Sinopsis
Mikey Saber era una gran estrella del cine porno, pero su época dorada ya ha pasado y su carrera se encuentra en decadencia. Por ello decide abandonar Los Ángeles y regresar a su lugar de origen, una pequeña población de Texas donde nació y creció, y en la que nadie lo echa de menos. No le será fácil encontrar trabajo, establecerse y formar una nueva vida en esta ciudad en la que reina la mentira y el desprecio al recién llegado.
 
CRÍTICA

Podríamos decir que Red Rocket pertenece a ese subgénero cinematográfico que se dedica a fotografiar al antihéroe por excelencia, al vividor, al vendedor de humo y sus desventuras. Aquí este tunante recibe el nombre de Mikey Saber, y decimos su nombre y apellido porque es el pilar fundamental de esta historia. Sobre él descansa todo el guion de esta nueva propuesta de Sean Baker, que termina de subrayar con esta, su tercera película, su condición de observador de las miserias norteamericanas.

Mikey Saber es una veterana exestrella del porno que ya ronda los 50 años, pero que aún luce genio y figura y que se ha tirado la mitad de su vida dedicándose y viviendo de esta industria. De algún modo, sigue pensando que aún tiene opciones para regresar a esa vida de cine, excesos, mujeres y sexo, aunque la vida no le esté tratando muy bien. Conocemos a Mikey regresando a su pueblo natal en Texas en un ómnibus de esos que cuestan más bien poco, sin maleta y con el cuerpo amoratado a golpes.

Descubrimos que Mikey al llegar a su destino que va directo a casa de Lexi, su ex mujer, quien sigue viviendo con su madre Lil en la misma casa que él decidió dejar atrás hace casi dos décadas. La reacción de las mujeres es funesta, no quieren ni verlo, pero la buena sonrisa de Mikey, su verborrea y su rostro enternecedor hacen que le permitan quedarse allí un par de noches. Que por supuesto serán bastantes más.

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Mikey es perfectamente consciente de su carisma, sus encantos y sus chanzas y los usará para lograr un trabajo en el pueblo, aunque no el que él busca en un principio (atención a las divertidísimas secuencias de las entrevistas laborales) sino que terminará por ser el dealer local vendiendo marihuana. Con el dinero que va ganando con su nuevo oficio, ya tiene suficiente para tener a Lexi y a su madre contentas. Ellas emplean todo su tiempo en fumar opioides y en ver reality shows sin prácticamente salir de casa. Un ingreso extra les va de perlas. Mikey, quien sigue de buen ver, además empieza a acostarse regularmente con Lexi, por la gloria de los viejos tiempos.

Paralelamente, Mikey conocerá a Strawberry, una joven aún menor de edad, con quien inicia otra relación y con la que pretenderá hacer negocio también en su añorada industria del porno. Quiere volver a las mieles de los tiempos pasados, esta vez con una jovencita mona y con dinero constante y sonante en sus bolsillos. Porque la esperanza en un mundo ahogado es lo último que se pierde, nos dice Baker, nos lo ha reafirmado en toda su filmografía hasta ahora.

Cohete de largo alcance

Red Rocket es algo así como una tragicomedia, muy divertida en algunos pasajes, tremendamente áspera en otros, que se basa en el devenir de la vida de un tipejo que, aun siendo un auténtico imbécil, hace que le sigamos con afán en sus peripecias cotidianas. Todo ello es por el concurso, obra y gracia de Simon Rex, quien nos brinda una interpretación de aquellas que marcan un punto de inflexión y por la que siempre será recordado. Y juega, además, con la metalingüística del asunto: Rex había hecho en realidad sus pinitos en el porno, lo que hace que se le añadan dosis de hiperrealidad al asunto.

Es Sean Baker, con la ayuda inestimable de Rex, quien hace que de algún modo nos caiga simpático el personaje, que empaticemos mínimamente con él y que nos importe su desenlace, aunque detestemos reconocerlo. Entrar en el mundo de Mikey es entenderlo, aunque dudemos de sus intenciones verdaderas que siempre parecen tener neblinas. Mientras avanzamos con él, nos revelamos capaces de poder dibujar su perfil a la perfección sin miedo al error. Porque la capacidad de plasmar el perfil de Mikey que muestra Baker es verdaderamente admirable.

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También su director demuestra una vez más especial capacitación para hacernos adentrar en ese reverso decadente de lo que entendemos como el sueño americano. Todos esos ambientes empobrecidos, llenos de personajes desesperanzados que conforman un retrato robot certero, son el punto fuerte de este mosaico torbellino de caracteres y son igualmente el epicentro de la filmografía de Baker. No es casual que sus tres películas rodadas hasta hora bien podrían conformar una trilogía sobre los sueños truncados de la Norteamérica profunda.

En Tangerine (2015), su primera obra, rodada íntegramente con iPhones, veíamos el mundo de la calle de dos prostitutas transexuales en el Hollywood más lúgubre y recóndito. En The Florida Project (2017) observábamos las correrías de un grupo de niños prácticamente abandonados en el extrarradio que aspiraban a pisar el parque temático de Disney. Ahora tenemos la radiografía de las gentes de un pueblo de Texas en el que nadie parece tener muchas expectativas, sino más bien reposan sobre la conformidad del paso de los días sin mucho que hacer y a lo que aspirar.

A Baker no le hace falta cambiar de estilo cinematográfico ni de recrearse en piruetas técnicas para describir lo que pretende. Su estilo de documental rodado con cuatro duros es sencillamente perfecto para acercarse al personaje de Mikey.

Conste también que muchos de los rostros secundarios del filme son personas reales de Texas y sus alrededores que Baker ha decidido incluir para agitar su varita de realismo crudo, emocional y mágico a la vez (Lil, la madre de Lexi, no es actriz sino una vecina del pueblo donde se rodó Red Rocket). Porque Baker no hace cine de ficción sobre la realidad, sino que filma la realidad en base a una ficción, tan veraz, tan palpable y reconocible que nos envuelve en su dilucidación sobre las vidas menos amables.

Y es que ver las obras de Baker es como observar la vida, calmada, atropellada y teñida de un optimismo amargo. Revista Encadenados

Red Rocket: Vida de un antihéroe