Dirección: Juan Carlos Fisher.
Dirección Musical: Joan Miquel Pérez
Adaptación: David Serrano
Coreografías: Iker Karrera
CRÍTICA
Mamma mía, el musical es uno de los espectáculos que más éxito han tenido en los últimos años por los diversos teatros por los que ha ido pasando. Desde su estreno en 1999 el show ha cosechado numerosos premios y ha sido visto por más de 65 millones de espectadores. Un éxito que viene amparado primero por los miles de fans y seguidores del grupo sueco Abba (no hace falta recordar que Mamma mia es una de sus canciones más recordadas) y segundo por la buena acogida que tuvo la película dirigida por Phyllida Lloyd en 2009 y que adaptaba el musical y el libreto original de Catherine Johnson.
Mamma mía, el musical puede verse en el Teatro Rialto y cuenta con la adaptación de David Serrano y con la dirección de Juan Carlos Fisher. Es una obra que está concebida y pensada como una enorme fiesta en la que poder cantar, bailar y sobre todo pasárselo bien. Se trata de un musical en el que podremos ir escuchando todos los grandes éxitos de ABBA, casi como si en un karaoke estuviéramos. El buen rollo que se respira desde los primeros minutos acaba impregnando una historia que busca reforzar los valores de la familia y la amistad.
Recordemos que Mamma mía, el musical cuenta la historia de una joven de veinte años que vive con su madre en la isla griega de Kalokairi. Ante su inminente boda decide invitar a tres viejos amantes de su madre con la esperanza de poder averiguar quién de ellos es su padre. Por supuesto su madre no sabe nada de esta inesperada visita que acabará produciendo un montón de situaciones cómicas y absurdas. El argumento, aunque muy divertido, no deja de ser un pretexto para poder ir disfrutando y cantando todas las canciones de Abba. Grupo que, no olvidemos, ha participado de manera directa en la elaboración del musical al adaptar algunas letras para que se ajusten a los diversos momentos de la trama.
Después de tantos años de representaciones es evidente que la fórmula funciona muy bien, aunque posiblemente en algunos momentos es algo forzado (y limitante) la unión de las diversas canciones de ABBA para la progresión y evolución de la historia. No obstante, aquí lo importante es su música y es un punto que se da por entendido antes de que empiece el espectáculo.
Quizás en lo argumental la obra necesita alguna revisión ya que todo es excesivamente superficial y liviano. Se ha comentado mucho la relación tóxica que mantiene Shophie con Sky, que a día de hoy es difícilmente entendible y justificable. Los números musicales entre ambos aumentan la sensación de que Shophie está cometiendo un inmenso error al querer casarse con él. Tema que en ningún caso empañan el resultado final de una obra que ante todo busca ser una celebración a la vida llena de luz y color.
La realidad es que desde que se entra en el Teatro Rialto se tiene la clara sensación de estar ante una obra icónica que ha sabido muy bien convertirse en un fenómeno de masas. Y es que no hay que olvidar que temas como Dacing Queen, Chiquitita o Waterloo transcienden lo meramente musical para convertirse en iconos de la cultura pop. Algo con lo que juega muy bien la obra y que sabe transmitir desde los primeros compases en el patio de butacas.
En cualquier caso, este buen rollo no sería posible si un reparto a la altura y con muchas ganas de bailar y darlo todo, y en este caso destaca especialmente un elenco encabezado por Verónica Ronda, Mariola Peña, Inés León, Jaime Zatarain, Carlos de Austria, Lluis Canet, Gina Gonfaus y Jan Buxaderas, entre muchos más. Es una obra muy física que requiere de artistas que canten y bailen muy bien (además de que sean todos guapísimos) para que se puedan ir completando los diversos cuadros escénicos de la obra. Lo cierto es que todos contribuyen de manera muy clara en una fiesta progresiva en la que será difícil escuchar alguna canción sin las palmas y coros del público
Verónica Ronda como Donna es un acierto tanto en lo físico como en lo artístico, con una voz prodigiosa que se adapta muy bien a los diversos momentos musicales. También es especialmente interesante y divertido el trabajo que hace Mariola Peña como Tannya y Gina Gonfaus como Shopie. En cualquier caso todo el reparto tiene algún momento para lucirse.
A nivel escénico y técnico la obra funciona muy bien con un inmenso decorado que reproduce un hotel griego y que además puede rotar para ofrecer otros escenarios y paisajes. Técnicamente es una obra muy cuidada en la que todo fluye de una manera soberbia. Es una obra con mucho presupuesto en la que se aprecia un cuidado extremo por todos los detalles.
Ya en lo meramente musical, el libreto de Catherine Johnson tiene un nivel muy aceptable y las canciones de ABBA se irán sucediendo correctamente durante las más de horas de espectáculo. No obstante, es evidente que la obra reserva todas sus fuerzas para su gran número final, en la que ya sin las ataduras de la historia, el reparto ofrece todo su potencial en un gran cierre de show.
En definitiva, Mamma mía, el musical es un gran espectáculo que transforma el patio de butacas en un inmenso karaoke en el que cantar los grandes éxitos de ABBA. Es difícil sentirse defraudado con una propuesta tan divertida como esta.