No nos cabe duda de que las películas de espías son uno de los géneros cinematográficos más populares desde el inicio mismo del cinematógrafo. El espectador está ávido de información confidencial, de ver como los más valientes se infiltran en las líneas enemigas para sacar información que pueda ser de interés relevante para la nación correspondiente. Y claro, estos intrépidos de la acción no pueden ir a efectuar su trabajo de cualquier manera, sino que necesitan de algunos “gadgets” de última generación que les facilite su tarea.
Si bien es cierto que en el siglo XXI creemos que la mayoría de los dispositivos espía que crecimos viendo en las películas ahora pueden llevarse en el teléfono móvil, y que, por supuesto, los héroes de la función se harían servir de aplicaciones como oficial mspy y así vigilar mensajes de texto, llamadas, ubicación GPS actual, Snapchat, WhatsApp y mucho más, también lo es que a lo largo de la historia del séptimo arte hemos hallado utensilios muy peculiares que vale la pena recordar:
-La daga envenenada en el zapato de Desde Rusia con Amor (Terence Young, 1963): una auténtica sorpresa que revolucionó la moda del puntapié convirtiéndolo en mortal. Una agente de Spectra se deshacía de su contrincante con un ingenioso aparato en el que inoculaba veneno a través de su zapato. Otras películas posteriores se quedaron con el tema a modo de homenaje e insistieron con la estocada (Wild Wild West o El Caballero Oscuro) por poner un ejemplo.
-las máscaras en las películas de Misión Imposible: A lo loco y con la cara de otro fue una conocida comedia donde un fan de Bogart se hacía la cirugía estética para parecerse a su ídolo y empezaba a investigar por su cuenta. En las adrenalíticas cintas de la saga de Tom Cruise no es necesario pasar por el quirófano: la perfección de las máscaras utilizadas permiten mimetizarse con la persona a la que se quiere suplantar, siempre hasta un segundo antes de quitársela, preciso instante en el que nos damos cuenta de que se trata de un engaño fatal.
-los relojes de Spy Kids (Robert Rodríguez, 2001): un reloj de pulsera multifuncional que te permitía hacer absolutamente de todo (linterna, localizador… incluso mirar la hora).
-Por supuesto, el zapatófono de Super Agente 86 (Mel Brooks, 1968). A hora que todo el mundo anda con el móvil a cuestas en plan ciborg, vale la pena echar la vista atrás y ver como uno de los agentes norteamericanos más disparatados de la historia del cine y la televisión se descalzaba, sacaba una antena del zapato y se disponía a llamar por teléfono con la suela como auricular. En 2013 la peripecia se tornó realidad cuando una compañía británica lanzó al mercado unos zapatos con teléfono incorporado.
-Por último, nos fijamos en una de las virguerías más actuales en cuanto a gadgets de espías que se han podido ver en pantalla grande. Algo que no deja de dar un poco de respeto pero que cada vez vemos con más frecuencia en los thrillers de espías. Nos referimos a los keyloggers, con El Show de Truman (Peter Weir, 1998) como film seminal. Los keyloggers son un spyware que se usa para capturar información confidencial, como contraseñas o información financiera que posteriormente se envía a terceros. Dos exitosas series de televisión actuales, Mr. Robot y Homeland incluyen en multitud de capítulos ejemplos de este tipo de tecnología puntera que permiten “curiosear” en los datos ocultos de sus contrincantes.