SU TURNO, MAESTRO
Sin duda habrán ustedes oído contar a Antonio Banderas la historia de sus comienzos en el teatro en Madrid en el año 1981, la importancia de la Cafetería del Teatro Maria Guerrero para su sustento, el encuentro en esa Cafetería con Alicia, la hija de Nuria Espert que era la administradora del Teatro, a quien él apuntó el teléfono de una amiga en una servilleta de papel...para que lo llamaran, como quien lanza una botella al mar...en fin, la aventura de cómo llegó a hacer una prueba conmigo para La Hija del Aire de Calderón que yo, joven director, debía dirigir en el Centro Dramático Nacional, el Teatro María Guerrero.
Al final de la Hija del Aire hay un personaje nuevo, como Fortinbrás al final de Hamlet. Y como decía John Gilgeud te pasas cuatro horas matándote con Hamlet a cuestas para que en los últimos cinco minutos te hunda la obra un actor de diez pounds... ( lo que se llamaba en España un actor de quinientas pesetas) El personaje se llamaba Irán y con Irán debía entrar la luz, un vendaval de aire nuevo que dejara atrás el mundo antiguo de Semíramis. Una energía nueva en la que el hombre podía volver a tener fe. Y todo eso debía interpretarlo un actor joven, al final, y en apenas veinte versos, después de tres horas de Ana Belén, de Carlos Lemos, de Paco Algora... Y sin embargo esa luz yo la sentí cuando Antonio entró en la sala donde hacíamos las pruebas. La sala, se lo juro, se volvió más blanca. Empezó a leer( hablaba!) La luz tenía una voz hermosa y un resplandor, o si quieren ustedes una verdad que resplandecía. Este primer encuentro estuvo hecho de muchas otras pequeñas casualidades. Cuando él lo cuenta se podría concluir que, gracias a su tesón y a las estrellas cuando Antonio entró en la sala se encontraba en el sitio adecuado y en el momento adecuado. Pero lo que yo viví está en el polo opuesto de lo que él cuenta. Yo tuve y tengo aún la seguridad de que el que estuvo en el momento y en el sitio adecuado fui yo. Yo tuve la suerte de poder amasar esa luz en tres espectáculos distintos para que sus destellos llegaran al espectador. Porque Antonio Banderas no era un diamante en bruto.Sin duda tenía facetas por pulir pero otras ya brillaban. Desde entonces he intentado velar, como muchas otras personas, desde la cercanía o desde la distancia para que esa luz no se malogre, no se extinga y siga brillando no sólo por él sino por el justo egoísmo de millones de seres a los que sigue haciendo soñar desde la pantalla y ahora desde un escenario.
Cuando Antonio me propuso acompañarle en la aventura del Soho yo ya tenía claro que había llegado el momento en mi vida en que quería sólo dedicarme a mi parte artística, a mi oficio de director de escena, sin ningún otro tipo de responsabilidades en un teatro más allá que lo que ocurre en un escenario. Pero Antonio necesitaba varias manos que asir para que el sueño fuera concreto y real. Y una de esas manos pensó que era la mía. Al mismo tiempo me ofrecía la suya en un momento no especialmente fácil para mí, aunque eso ya sea historia. ¿Cómo podía no ayudarle en la locura de abrir un teatro y hacer A Chorus Line al mismo tiempo como actor? ¿Cómo podía no contribuir a ese acto de insensata generosidad (así es el personaje) que pretendía hacer? Creí que debía estar a su lado usando la otra parte de mi oficio, la de director de Teatro. Noble oficio: Goethe lo fue.
Ahora el parto se ha producido. La primera parte no podía salir mejor. El Teatro ha abierto sus puertas con un espectáculo inmejorable. Y Antonio no ha estrenado un juguete, como alguien podía pensar, sino que responsablemente ha tenido un hijo. El Teatro del Soho Caixabank es un hijo de Antonio Banderas y yo pienso, como pensé desde el principio, aunque él mismo no lo supiera que no hay nadie mejor que él para dirigirlo. Una de las cosas que más alegría me ha producido este tiempo es ver cómo el liderazgo de lo que durante mucho tiempo hemos llamado sueño se afirmaba en su persona y lo convertía de una manera natural en director de su teatro.
Él me había confiado la muleta y el estoque, pero yo ahora le tengo que devolver los trastos de matar porque ahora el maestro, para seguir en lenguaje taurino, es él. Creo haber interpretado lo que Antonio pedía de mí: acompañarle en ese parto, sobre todo aportarle personas, que a su vez han traído otras personas y otras ideas y que constituyen el nacimiento de un equipo altamente capacitado y leal a una idea de teatro. Y una segunda parte que consiste en saludar en su nombre por medio de los espectáculos que va a ofrecer el teatro hasta el final de la temporada 2019/2020 a tantos públicos de Málaga y de fuera de Málaga a quienes agradezco que hayan confiado en nosotros desde el primer momento en ACL, y que deseamos que lo sigan haciendo. Para ellos y por ellos lo hacemos.
Antonio y yo nos reencontraremos pronto en el escenario nuestro lugar de encuentro natural, como la primera vez, pero esta vez en el teatro del Soho. Y espero, en ese nuevo encuentro poder seguir amasando esa luz, para que les llegue diáfana como les llegaba el voltaje poético de Irán en la Hija del Aire, la hermosa soberbia de Gaveston en Eduardo II o la fragilidad y la belleza oscura del joven en el Diálogo del Amargo de Lorca. Una vez más, gracias Antonio.
Lluis Pasqual
RESPUESTA DE ANTONIO BANDERAS
Agradezco de corazón a Lluis Pasqual el esfuerzo, el trabajo y el cariño que ha puesto para alumbrar al teatro Soho Caixbank. Desde su sabiduría de avezado arquitecto teatral ha contribuido a edificar este teatro con unos sólidos cimientos que dan forma al que siempre ha sido mi sueño de tener un teatro en mi Málaga natal.
Lluis amigo te esperamos el próximo mes de febrero en este nuestro teatro con tu Romancero Gitano para seguir deleitándonos con tus montajes.
Gracias también por tu sincera amistad y nos vemos en el escenario.
Antonio Banderas