Autora y directora: Lucía Carballal
Reparto: Israel Elejalde (Jacobo), Miki Esparbé (Max), Natalia Huarte (María), Manuela Paso (Gloria), Alba Planas (Miranda).
Teatro Valle-Inclán (Sala Francisco Nieva)
Del 15 de febrero al 26 de marzo de 2023
CRÍTICA
La autora Lucía Carballal se estrena en la dirección con Los pálidos, un drama que traslada al espectador a la sala de guionistas de una serie televisiva de éxito con mensaje feminista: Hijas del voleibol.
Tras un polémico season finale, el creador de la ficción, Jacobo (Israel Elejalde), contactará a María, una joven de barrio, dramaturga y activista (Natalia Huarte), antigua profesora particular de su hija Miranda (Alba Planas) a la que pide ayuda para intentar reflotar la serie.
En ese ecosistema, la recién llegada convivirá también con Gloria (Manuela Paso), veterana del oficio y maestra de Jacobo y Max, hermano del showrunner.
A partir de esta premisa, Carballal levanta un sólido drama no tanto sobre el audiovisual patrio y sus entresijos (como podría parecer en un primer momento) sino sobre la escritura misma: quiénes crean las historias que consumimos y que nos educan y cuáles son sus motivaciones.
Una de las principales bazas del espectáculo reside precisamente en la reflexión metaficcional que se intercala a manera de prólogo a cada una de las tres partes, así como las consideraciones que los propios personajes introducen, casi en un juego de distanciamiento, sobre sus réplicas.
En ellas se percibe cómo la propia autora sopesa lo que sus criaturas deben decir o hacer en consonancia con lo que son, con lo que quieren ser y el lugar del que proceden. En este sentido, el discurso de clase y el adocenamiento de muchos artistas comprometidos y disidentes a medida que pasan los años también se repiensa desde la escena.
Se trata de un texto profundamente inteligente que, como el propio equipo comentaba en el encuentro con el público, plantea más preguntas que respuestas: la responsabilidad del artista en la configuración los relatos políticos que vertebran nuestra sociedad; lo espurio de la explotación de dichos relatos con un fin únicamente comercial sin una convicción ideológica detrás o la corrupción de los ideales y la libertad creativa cuando se entra en el mainstream.
Los pálidos llega incluso a reflexionar sobre la naturaleza de “lo representable” en uno de los momentos quizá más emocionales de la puesta en escena donde Carballal sugiere a través de una escritura profundamente lírica, todo aquello que solo cabe en las palabras.
Estas cuestiones y el debate que suscitan son, sin duda, lo más fructífero de un texto que, en lo que tiene que ver con las relaciones entre los personajes, resulta menos audaz y guarda demasiados ecos conocidos. El carácter más interesante y más trabajado de todos los que se nos presentan es Jacobo: representante de la masculinidad frágil y del creador sobrepasado por un nuevo mundo con el que no es capaz de conectar ni de comprender.
Este, encarnado por un estupendo Israel Elejalde, deberá aprender a ceder el testigo (a regañadientes) a María, decidida a renovar el discurso oficial e interpretada por una sutil y profunda Natalia Huarte. El resto del reparto (Manuela Paso, Miki Esparbé y Alba Planas), muy bien dirigidos por Carballal están también estupendos y dotan de una increíble verdad a sus personajes.