Brandon Sanderson es bien conocido por su habilidad para crear mundos creíbles en los rincones más profundos y recónditos de nuestra imaginación y también para colocar al lector en el corazón de cada historia.
Muchos de estos uiversos que él construye, como bien saben sus numerosos fans, están conectados de las formas más sorprendentes posibles: una colección de diez planetas que por alguna razón misteriosa y desplegada suscitan sus propios conjuntos de poder únicos y habilidades mágicas entre sus habitantes. Arena Blanca no difiere de este tipo de desarrollo argumental: una mezcla de magia y cultura que seguramente sorprenderá a muchos, y que despertará más conversación y alguna que otra controversia entre los “Sanderfans”.
Arena Blanca (White Sand) fue la primera novela escrita por el autor estadounidense que ha parido obres tan recomendables como lo son El aliento de los Dioses o la saga Nacidos para la bruma, y se mantuvo inédita casi 20 años. Finalmente fue reescrita después de terminar Elantris, publicada en 2005 y de la que ya se ha anunciado una pròxima secuela, pero permaneció inédita. Después de que Dynamite Entertainment le preguntó a Brandon si tenía por ahí alguna obra inédita que pudiera llegar a adaptarse en formato cómic, éste les ofreció White Sand. Y aquí está el resultado: una hermosa mezcla de arte de Julius Gopez (dibujante filipino cuyo trabajo se ha publicado fundamentalmente en tebeos de DC Cómics) y el guión de Rik Hoskin.
La trama de Arena Blanca nos sitúa en el planeta Taldain, un lugar donde los legendarios maestros de arena poseen poderes arcanos que les confieren un control espectacular sobre el elemento del que toman su nombre. Pero cuando una siniestra conspiración se salda con su desaparición violenta, el más débil de ellos, Kenton, cree haber sido el único superviviente. Cercado por sus adversarios desde todos los frentes, Kenton forja una improbable alianza con Khriss, una misteriosa «ladoscura» que oculta sus propios secretos.
Dentro de White Sand, la fantasía tradicional cobra vida, dando como resultado esta intrigante mezcla de acción, suspenso y misterio.
El arte de Julius Gopez sobresale con una acertada mezcla de contrastes que tiene mucho que ver con el progreso de la novela. Gopez se las arregla para de forma sutil añadir más color en las viñetas en las que Kenton viaja con la gente que lo encontró vivo. Las ciudades parecen estar cada vez más detalladas a medida que crecen. La obra de arte es de particular importancia, ya que se ajusta progresivamente a su configuración. Tmabién es remarcable la presencia de los blancos y los beiges apagados imprescindibles para pintar escenas ásperas, arenosas, y en consecuencia muy conseguidas. Cada personaje es instantáneamente reconocible, lo cual no es un logro fácil teniendo en cuenta que muchos personajes llevan el mismo atuendo.
Apuntar que las dimensiones del libro son de 18,9×26,7 y que la traducción española ha corrido a a cargo de Manuel de los Reyes (Elantris X Aniversario, Sombras de identidad). Si la cosa funciona, que nunca se sabe, la idea es que este primer tomo acabe convirtiéndose en trilogía (la segunda entrega está prevista que vea la luz el 11 de julio de este mismo año), por lo que los seguidores acérrimos de este autor que se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas deben de estar frotándose las manos.
