Autor: Peter Weiss
Dirección, adaptación y dramaturgia: Ricardo Iniesta
Con: Jerónima Arenal, Manuel Asensio, Carmen Gallardo, Silvia Garzón, María Sanz, Enmanuel García, Raúl Vera, Lidia Mauduit, Joaquín Galán.
Personajes principales
Marat - Jerónimo Arenal
Sade - Manuel Asensio
Presentador - Carmen Gallardo
Carlota Corday - Silvia Garzón
Simone - María Gálvez
Duperret - Enmanuel García
Roux - Raúl Vera
Rosignol - Lidia Mauduit
Coulmier - Joaquin Galán
CRÍTICA
Atalaya teatro está de celebración. Cumplen 40 años sobre las tablas. En el año 2008, Ricardo Iniesta, su creador, afirmaba al recibir el Premio Nacional de Teatro que para una compañía 25 años equivalen a 100 en una persona. En 2023, 15 años más tarde, la compañía se ha convertido en un dinosaurio escénico, un referente a nivel nacional e internacional, cuya identidad se basa en la eterna investigación y en el teatro social y comunitario.
La compañía recibió el premio al mejor espectáculo en el Festival noches de Moscú por “La Celestina”, representada íntegramente en castellano sin sobretítulos. Los moscovitas les felicitaron porque reconocieron en el montaje a Meyerhold y la biomecánica, originarios de Rusia y que forma parte inherente de los montajes de la compañía andaluza. En estas cuatro décadas Atalaya ha estado en más de 43 países en los cinco continentes.
Después de montar El Avaro de Moliere (leer crítica), presentan una obra aún inédita en Madrid: “La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade”, más conocida por Marat/Sade, de Peter Weiss, todo un clásico del teatro europeo.
La obra se emplaza en el sanatorio mental de Charenton, donde los actores son los propios internos que representan una función teatral dirigidos por el marqués de Sade. El metateatro, el teatro dentro del teatro como una matrioska que se abre al público en forma de canciones, confieren un aire de musical bizarro al espectáculo.
Ese juego de muñeca rusa también es temporal ya que los hechos acontecen en el año 1793, el año en que fue asesinado Marat, pero la representación por parte de los internos es en 1808, es decir 15 años más tarde, a lo que hay que sumar a los actores de la compañía Atalaya que representan la función en el momento actual. La interpretación de la interpretación.
Influenciado por el teatro de la crueldad de Artaud, Iniesta busca una alteración en la percepción sensorial, intelectual y emocional del espectador, generando imágenes impactantes a través de amplios cortinajes que ocupan todo el escenario.
Según palabras del propio Artaud, el verdadero teatro nace de una anarquía organizada. Y es lo que vemos en escena a cada momento, un totum revolutum, una explosión controlada. La compañía teatral que componen los internos en el hospital psiquiátrico representan la función para la nobleza, es decir, para el público, que somos nosotros, rompiendo a menudo la cuarta pared, interpelándonos directamente.
También es patente en el montaje la huella de Meyerhold. La expresividad no naturalista, lo grotesco, la puesta en escena que oscila entre lo trágico y lo cómico. La biomecánica, una mezcla de Kabuki, gimnasia, comedia del arte, circo, danza y comportamiento animal, es empleada por cada uno de los actores y actrices en escena, cuyo trabajo es impresionante.
La expresividad corporal es tremenda, siendo capaces de transmitir emociones con cada gesto. Todo está medido, nada queda al azar. No hay pausa en esta función demencial dirigida por el maestro de ceremonias, el marqués de Sade. El sátiro Duperret persigue lascivamente a Charlotte que es una esquizofrénica, mientras Roux hace apología del demonio en cada intervención.
No hay libertad si no hay igualdad, dice Marat. Entra en juego otro de los referentes de la compañía, la influencia del teatro épico de Bertold Brecht que intenta concienciar a la clase trabajadora a través de un teatro militante, comprometido.
Sade, de riguroso negro, representa el libertinaje, mientras el pueblo llano, los dementes, visten con harapos blancos, una hermandad de andrajosos que es dirigida fraternalmente por su mesías, Marat, que busca la revolución, dirigir al pueblo para acabar con las clases dominantes, sean del tipo que sean.
Se producen luchas tras los cortinajes. Un juego de luces y sombras que recuerda al cine expresionista alemán, donde las siluetas se despellejan a golpes. El final se acerca. Marat, el líder de los jacobinos, el pastor revolucionario, sufre de afecciones en la piel que le obligan a tomar baños de agua fría.
Charlotte Corday, girondina, es la ejecutora del asesinato de Marat mientras este estaba en su bañera escribiendo, en frenética actividad. Este momento histórico que tan bien supo reflejar Jacques-Louis David en una de sus obras maestras, La muerte de Marat, es el culmen de la puesta en escena de los locos en el sanatorio mental de Charenton.
Muere apuñalado el mártir de la revolución y con él sus postulados colectivistas. El lado oscuro de la ilustración vence al apóstol del pueblo, el pastor que lidera a las masas para darle todo por el pueblo y para el pueblo.