Entrevistamos a Leïla Bekhti, actriz francesa de ascendencia argelina, que brilla en la película de estreno en nuestra taquillas Kheiron, 2015). Paris, je t'aime (2006), Un profeta (Jacques Audiard, 2009) o Todo lo que brilla (Géraldine Nakache, Hervé Mimran, 2010) son otros conocidos filmes interpretados por la actriz. En 2010 ganó el César a la Mejor Actriz Revelación por su trabajo en Todo lo que brilla (Tout ce qui brille).
¿Cómo aterriza en O los tres o ninguno?
Leïla Bekhti: Conocía muy poco a Kheiron. Tenemos amigos comunes y lo pasábamos bien cuando nos veíamos. Un día, me llamó para hablarme de un proyecto pero la condición sine qua non era ir a ver su espectáculo. Me pareció un poco descarado pero hizo muy bien porque fui a verlo su espectáculo de monologuista y me encantó su mundo. Así que después del espectáculo, en el camerino, me explicó que había empezado a escribir una película y quería que fuera a su espectáculo para conocer su forma de escribir y su puesta en escena.
Así que nos citamos para el día siguiente. Me puso delante de su ordenador y me pidió que leyera las siete páginas que había escrito. Se quedó delante de mí para observar mis reacciones. ¡Nadie me había hecho nada parecido! (risas) Y le aseguro que fue una situación tremendamente angustiosa para mí porque la idea de herir los sentimientos de los demás me aterra. Pero no sufrí nada (risas) porque sus páginas me parecieron absolutamente maravillosas.
¿Qué fue lo que le fascinó?
Lo cierto es que en sólo siete páginas se distinguía con claridad el tono de su película y con una doble certeza: que el amor que impregna su relato no sería aplastante y que no habría lugar para el sentimentalismo. En mi opinión, O los tres o ninguno da ganas de vivir, de disfrutar de la gente a la que se ama y de ser feliz. Y todo eso ya quedaba patenta en esas primeras páginas. Además, le aseguré en ese mismo momento que haría su película pasara lo que pasara. ¡Era la primera vez que aceptaba una película después de leer siete páginas!
Y después todo fue muy deprisa…
En efecto. Cuando Kheiron me dijo que me enviaría la primera versión, creí que lo haría un año después.
Quería saber quiénes eran esas personas que Kheiron describía en su película.
Pero dos meses después, en plena noche, recibí el guión terminado. Y me enamoré de esa familia y aún más de la forma en la que Kheiron cuenta su historia.
A medida que leía la historia me emocionaba más. A través del destino de los padres de Kheiron, O los tres o ninguno consigue plantear preguntas fundamentales sobre el compromiso y la resistencia sin necesidad de transformarse en una película política.
Kheiron cuenta una historia única que es entrañable para él, pero ha sabido darle un sesgo universal con una mezcla perfecta de humor y de emoción que provoca unas ganas irrefrenables de vivir.
¿Qué le atrajo de su personaje?
Su fuerza y su sensibilidad, un punto en común de todas las personas que poseen una personalidad tan fuerte. Pero también el amor infinito que siente por sus padres, su marido y su hijo. Por para todas esas personas que viven sumergidas en una lucha constante, la noción de familia y de amor adquiere una importancia enorme. Y yo comparto ese rasgo de su personalidad : podría irme a las cruzadas para salvar a cualquier miembro de mi familia.
Este papel también le permite interpretar sentimientos diferentes y extremos…
Ha sido un auténtico placer sumergirme en todo eso. Y me ha permitido vivir momentos muy fuertes. Por ejemplo la escena de la manifestación en la que mi personaje acaba en un furgón de la policía con su marido y se ve obligada a abandonar a su hijo en la acera. La escena se rodó en tres tomas con bastante improvisación. La única guía era dejarse llevar por la situación. Pero también pensé en todas las situaciones en las que esa mujer había conservado la calma en vez de volverse loca. En cierto sentido esa situación es un pretexto para sacar todo lo que se ha guardado durante tantos años. Ha llegado literalmente al límite. Está claro que esa escena me daba miedo. Pero para ser sincera, en ese plató siempre tenía miedo. Quería que Kheiron y su madre estuvieran contentos. No podía soportar la idea de defraudarlos.
Me imagino que conoció enseguida a la madre de Kheiron a la que interpreta en la película.
Era imprescindible para interpretar este papel. Porque si a sus padres no les hubiera convencido que interpretare el papel, no me habría sentido con legitimidad para hacerlo. Pero no me reuní con ellos con la idea de pasar un examen. Sólo quería saber quiénes eran esas personas que Kheiron describía en su película. Porque para mí, O los tres o ninguno es una de las declaraciones de amor más bellas que un hijo puede hacer a sus padres.
Y también a todos sus compañeros de ruta y de lucha. Creo profundamente en esa idea de la familia que no crea y que Kheiron describe tan bien. Sus padres vivieron cosas tan violentas y tan fuertes que nada podrá separarlos jamás. Y cuando les conocí por primera vez, me di cuenta que eran la gente más sencilla de mundo con un corazón enorme. Creo que todavía no habían asimilado que la película de la que les hablaba su hijo iba a hacerse. De todas formas, no les obsesionaba la idea de que se contara su historia.
¿Cómo construyó su personaje?
¡Se puede decir que con Kheiron y el productor, hemos interpretado "nosotros 3 o nada"! Estábamos siempre juntos antes del rodaje (risas). Leíamos el guión una y otra vez para pulir el texto y los diálogos. He creado este personaje mano a mano con Kheiron. Le hice un montón de preguntas y sus respuestas me ayudaron muchísimo así como las anécdotas que dejaba caer en nuestras conversaciones.
Me contó que a los 7 años, al ver que sus padres se llevaban siempre tan bien, les dijo con la mayor naturalidad del mundo, que necesitaba que... ¡se divorciasen! (risas) Gracias a él, mi interpretación del personaje fue como la seda desde el primer día de rodaje.
En su opinión, ¿cuáles son los puntos fuertes de Kheiron como director?
Su forma de reaccionar a los problemas. Nunca se queja, siempre está en movimiento. Se puede contar siempre con él. Su solidez es inquebrantable. Kheiron siempre sabe lo que quiere, pero también deja que sus actores hagan todo tipo de propuestas y se queda con lo que encaja en su visión. De hecho, a pesar de lo ambicioso del proyecto y del enorme trabajo que tenía que desarrollar en multitud de áreas, acabé olvidando que era su primera película.
¿Y qué tal es como actor?
El primer día, por miedo y por inexperiencia, el director estaba más presente que el actor en nuestras escenas comunes. Pero no tardó en encontrar el equilibrio perfecto y me olvidé de todas las funciones que debía asumir y que era su primer papel en el cine (risas).
No hay duda de que el humor irresistible que domina en esta película es suyo…
Sí, es una persona divertidísima. Y el humor es imprescindible en la historia que ha escogido contar O los tres o ninguno demuestra que cuando viven una tragedia, las personas intentan olvidar las preocupaciones diarias gracias al humor. Los padres de Kheiron no podían ser meros espectadores de lo que les pasaba ya que eran los protagonistas de esta historia. De hecho su madre me lo resumió perfectamente en una frase "¿Cómo hubiéramos podido sobrevivir sin reírnos de algunas situaciones?" Y ese es el tono exacto de la película, que Kheiron ha sabido reproducir de forma excepcional.
El humor y el amor triunfan sobre el miedo que vuelve a golpearles cuando atraviesan una frontera en su huida de Irán, cuando pasan un control en el que están a punto de ser arrestados…
Sí, porque por primera vez, ese hombre y esa mujer no sólo tienen miedo por ellos sino también por su hijo. En sus vidas, hubo un antes y un después de ese nacimiento. De hecho, si decidieron no volver a Irán y quedarse en Francia fue sobre todo por él. Al igual que en Un lugar en ninguna parte de Sidney Lumet, las luchas se ven de otra forma porque las personas implicadas no sólo asumen sus propias responsabilidades sino también la de un niño que no pide estar ahí.
¿Interpretar a una mujer que está todavía viva en una historia inspirada en hechos reales ha cambiado su forma de actuar?
Por supuesto. Sin llegar a la obsesión, lo cierto es que nunca olvidé que estaba contando la historia de la madre de Kheiron, de la que admiro su trayectoria y su valor. Así que era muy emotivo verla de vez en cuando en el plató mirándome, animándome, fijándose en cómo iba vestida. La palabra responsabilidad siempre me asusta un poco, pero al interpretar un papel como éste, no se puede ocultar la realidad de lo que ocurrió. De hecho, ayuda a entregarse al 200% en el plató para respetar todo lo que han vivido esas personas, los peligros que han corrido, con un valor infinito.
¿Y qué sintió al ver la película terminada?
Me emocioné al ver esa voluntad de mostrar los aspectos más positivos de la existencia, de insistir en las soluciones más que en los problemas, ya sea en Irán o en Stains.
La humanidad de esta película es conmovedora. Vi reflejados en la pantalla las emociones que había vivido durante el rodaje. Es cierto que cuando leí el guión sentí debilidad por la primera parte en Irán, pero Kheiron logró dotar a su relato de tanta fluidez que, a la llegada no existen dos partes diferenciadas sino una continuidad total.
Me siento feliz y orgullosa de participar en una película que ofrece tanta esperanza. ¡La necesitamos tanto hoy en día!